De cara al nuevo día

No sé si se puede llamar 'nuevo día' a algo que empieza casi a las once de la mañana. Tendríamos que llamarlo más bien, tres cuartos de día, pero tampoco tenemos por qué darle dos cuartos al pregonero. Al fin y al cabo no es el ÚNICO día, del ÚNICO habitante del planeta, aunque sí el casi ÚNICO escritor de esta bitácora, como verán, también, bastante de únicos para ótricos...Tonterías.

Digo que empiezo a hacer vida casi a las once, porque no cuento como tal las abluciones, los dispendios de agua a pesar de los 60 litros de cupo. Que me los cobre la Narbona si quiere, yo miraré también su contador del agua. Tampoco cuento como verdadera acción vital esa rutina necesaria del desayuno al que apenas, mal hecho, concedo leves minutos y de pie -otra manía-. Ya dentro de lo más vital si tomo como tal el paseo matutino con Miss Douce camino yo hacia la panadería y el quiosco , ella siguiendo huellas extrañas para mí, pero muy sugerentes para ellas. Es aún temprano y la gente no ha salido todavía a pasear sus legañas, así que puede 'rastrear' a su gusto y perdérseme, sabiendo que en cualquier momento levantará la cabeza, mirará a uno y otro lado y, extrañada de no encontrar a su Dios, correrá en busca tras de aquél que escogió para seguir a donde fuere. También a veces nosotros desearíamos ser perros y tener a Alguien en quien confiar, pero nosotros no somos tan fieles como ellos, desafortunada o afortunadamente debemos equivocarnos solos.

Y ahora que empiezo a escribir, perdón vivir, pienso que dentro de poco daremos otro paseo cerca del mar, por el placer de pasear. La mañana se presenta con luz otoñal con una claridad suave, un aire tibio y apacible. Las mejores condiciones para un paseo sosegado.

Luego regresaremos y empezaremos a trabajar un poco antes de la comida que huele a gambas, ensaladas y a primeros mazapanes. Y tras un breve descanso, pensar en preparar las tareas de mañana , en la revista que no sé cuándo aparecerá, pero que sería deseable para los días en que los de San Ildefonso entonan su eterna salmodia de números y premios, y quizá también reflexionar en este mundo tan particular que llamamos blogs.

Y al caer ya la tarde sentir la nostalgia de que ha llegado la noche de un domingo que cierra un pequeño período de descanso. "Sic transit gloria dominicalis" ( o algo parecido)

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