Enrique Curiel

EN EL RECUERDO
"No me canso de explicarle
a mis alumnos que el problema
crucial del responsable político no
reside tanto en cometer errores, si es
capaz de asumir su culpa y pedir
perdón". Enrique Curiel

Enrique Curiel, coherencia
No es que el Náufrago tenga la morbosa costumbre de repasar las esquelas de los periódicos, ni tiene intención de que la suya aparezca cuando se vaya. Sin embargo, en el ojear del periódico que lee normalmente, de vez en cuando le sorprende alguna foto o algún nombre en esas páginas en que figura ese título más neutro, por menos frecuente :OBITUARIO.

Hoy, por una misteriosa causa, porque no siempre se detiene en esa página vio una foto. Una foto de esas que relacionas inmediatamente con un ‘tiempo’, o una época de tu vida. Una cara que agrupa en sí un amasijo de sensaciones que no sabrías distinguir si no te detienes un tiempo a desenvolverlo e ir viendo todo lo que contiene ese impacto. Era un rostro amable, ojos claros que emitían una luz suave, persuasiva. De esas caras que van ligadas a una acción, a unas referencias que, aunque antiguas, te saben a nuevas. Esa mirada y ese atuendo te remitían a toda una franja de años, de tiempos duros, pero frescos, tiempos que aunque complejos sabían a esperanza.

Aquella cara se unió a un nombre y sobre todo a un apellido que le definía mejor: Enrique Curiel. No es que el Náufrago hubiera compartido con él ningún momento, ni ninguna de sus acciones. Simplemente ese nombre que fue trasladándose de partido en partido siempre del mismo lado, siempre siguiendo sus íntimos sentimientos. Ese nombre emitía una sensación de coherencia, cordialidad, persuasión, sutil en su palabra, calidez en su voz , atractivo, creíble, aunque no participaras de sus ideas. Pero sonaba a auténtico.

El tiempo fue difuminando su nombre y su apellido. Quizá sin darse cuenta, en el borrador de los años desapareció de la vida del Náufrago. No volvió a oír su nombre, fue desapareciendo entre las sombras del olvido… Sólo hoy, al ver su foto, retrocedió varias decenas de años… No sabía asociar esa ‘juventud’ y el título del artículo que glosaba su vida.

Una última reflexión le vino a la mente. Vivimos en el mismo país: pero ¡cuánto hemos cambiado! O por mejor decir: ¿En qué se parecen estos políticos a aquellos, con todas las humanas deficiencias que tuvieran? Los de ahora le parecen sombras, simples marionetas.

Comentarios

Campu ha dicho que…
Una bonita despedida, Náufrago. No puedo opinar pero por tus palabras no se parece a los políticos que habitan en nuestras pieles...

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