Simone de Beauvoir o "El poder de las cosas"

Ayer, al hacer mención del libro de Simone de Beauvoir: “ La force des choses”, encontré el último capítulo que cierra el libro y que constituye el tercero que completa su autobiografía. En él se desnuda con una ‘sinceridad literaria’. He escogido para mi propio recuerdo personal alguno de sus párrafos y no he transcrito otros para los que quizá no me sienta todavía lo suficientemente ‘preparado’ para asumirlos. Siempre, hay algunas ‘realidades’ que necesitamos un tiempo para digerir adecuadamente. Para facilitar la lectura he puesto algunos antetítulos

  • ¿Quién es Simone de Beauvoir? La visión de los demás
"De mi se han forjado dos imágenes. Soy loca, medio loca, una excéntrica. (Los periódicos de Río contaban sorprendidos: “Esperábamos una excéntrica: nos ha decepcionado encontrar una mujer vestida como todo el mundo.”) Tengo las costumbres más disolutas; una comunista contaba en 1945 que en Ruán, cuando yo era joven, me había visto bailar desnuda sobre toneles; he practicado todos los vicios con asiduidad, mi vida es un carnaval, etcétera.

... Zapatos planos, pelo lacio, soy jefa de niños exploradores, una dama de beneficencia, una institutriz (en el sentido peyorativo que la derecha le da a esa palabra). Paso mi existencia entre libros y ante mi mesa de trabajo, puro cerebro. “Es una persona que no vive”, le he oído decir a una joven periodista.

... Nada prohíbe conciliar los dos retratos. Se puede ser una desvergonzada cerebral, una dama de beneficencia retorcidamente viciosa; lo esencial es presentarme como una 'anormal'. Si mis censores quieren decir que no me parezco a ellos, me hacen un cumplido."

  • Simone de Beauvoir y el ‘éxito’
[...] "Siempre he soportado bien los fracasos; sólo consistían en no haber ganado, no obstruían mi camino. Mis triunfos me han dado hasta estos últimos años placeres sin reticencias: más que los elogios de los críticos profesionales me importaban los sufragios de los lectores: las cartas recibidas, las frases sorprendidas al vuelo, las huellas de una influencia, de una acción.

... Soy sensible a las críticas y a las alabanzas. Sin embargo, en cuanto hurgo un poco en mí, me encuentro, respecto del nivel de mi triunfo, una indiferencia bastante grande. En otro tiempo evitaba medirme por orgullo y por prudencia; hoy ya no sé con qué patrón medir. ¿Hay que referirse al público, a los críticos, a algunos jueces elegidos, a una convicción íntima, al ruido, al silencio? ¿Qué es lo que se mide? el renombre o la calidad, la influencia o el talento? Y además, que significan esas palabras? Incluso estas preguntas y las respuestas que se les pueden dar me parecen ociosas. Mi desapego es más radical y tiene sus raíces en una infancia dedicada a lo absoluto; he permanecido convencida de la vanidad de los éxitos terrestres. El aprendizaje del mundo ha fortificado este desprecio; he descubierto una desdicha demasiado inmensa como para inquietarme mucho por el lugar que tengo en él y por el derecho que puedo tener o no tener para ocuparlo."

  • Simone de Beauvoir y la escritura
... "Pese a ese fondo de desencanto, desvanecida toda idea de mandato, de misión, de salvación, sin saber para quién ni por qué escribo, esa actividad me resulta más necesaria que nunca. Ya no pienso que “justifica”, pero sin ella me sentiría mortalmente injustificada. Hay días tan hermosos que uno tiene ganas de brillar como el sol, es decir, de deslumbrar la tierra con palabras, hay horas tan negras que ya no queda otra esperanza que ese grito que uno quisiera lanzar. ¿De dónde proviene, a los cincuenta y cinco años lo mismo que a los veinte, ese extraordinario poder del Verbo? Digo: “No ha ocurrido nada” o “Uno más uno es uno: que malentendido!” y asciende por mi garganta una llama cuya quemadura me exalta. Indudablemente las palabras, universales, eternas, presencia de todos en cada uno, son lo único trascendente que reconozco y que me emociona; vibran en mi boca y mediante ellas comulgo con la humanidad. Arrancan del instante y la contingencia a las lágrimas, a la noche, hasta la muerte, y las transfiguran. Quizás mi más profundo deseo hoy es que se repitan en silencio algunas palabras que yo he entrelazado."

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Lo que más me alucina de Simone de Beauvoir, ignorando su valía como escritora e intelectual, es que siempre mantuvo su independencia... creo que ni siquiera vivió con Sartre, su pareja.

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