Evasiones
LA RENTRÉE
De vez en cuando, para evadirse de la atmósfera nacional cuando empieza a enrarecerse, el Náufrago se da una vuelta por el extranjero. No, no teman, su pensión jubilar no saquea los presupuestos del Estado, ni el Pocero le presta uno de sus Jets, ni tiene amigos que le ofrezcan sus mansiones o le alberguen en sus islas. Sus escapadas son ‘internet-cionales’, se asoma a los periódicos extranjeros, se entera de lo que se cocina en los pisos de los vecinos de arriba , los problemas que ocupan a sus ciudadanos. Normalmente, lo que les preocupa se acerca más al día a día, no se pasan la vida hablando de estatutos, de naciones y nacionalidades, de ‘papeles no devueltos’, de quién sucederá a quién, o “yo no dije que no había hecho nada”, para que otra responda “haga lo que haga una mujer siempre es para mal”. ¡Qué cansancio!
El sólo hecho de no tener que oír la eterna monserga, la aburrida melopea con las que nos aburren los políticos hasta el hartazgo, produce ya una serenidad de ánimo y un eficaz lenitivo contra el cabreo. Pero no es sólo esta necesidad de evasión lo que le mueve a fisgar en la casa del vecino de arriba. Últimamente se ha despertado en él un malévolo designio de tocar ciertas partes al personal oficialmente declarado ‘activo’, como fría venganza por haberle enviado al exilio de los ‘seres pasivos’.
Así, esta tarde, como ve que este agosto que no ha sido agosto, y que ha llovido, pero no a gusto de todos, ha recordado los tiempos en que pensaba que a la vuelta justo de la esquina en que termina, tenía que volver al cole. Tan mayor, pero ¡al cole!. Para los colegas franceses, esa vuelta no se hace a título de ensayo, sino que el martes próximo, día 4, a la voz de ‘¡ar!’ de Sarkozy y su lugarteniente Mr, Darcos, estarán ya en clase, como un solo hombre y una sola mujer ante los 15 millones de niños y adolescentes que les esperan con sus ‘cartables’, nuevos, ojos de ilusión en algunos, legañas en los otros. Por delante, todo un curso ante el cual todo un abanico, de perspectivas y emociones contradictorias se despliega. Aceptación, resignación, realismo, restos de ilusión, hasta pánico escénico.
La ventaja de adelantar el comienzo de esta tarea, es una mejor distribución de los períodos trabajo/descanso. La fórmula 5+2, cinco semanas de trabajo, dos de descanso, puede hacer más racional una labor que sólo los que tienen que desempeñarla conocen cual es el desgaste que produce.
Al evocar esta realidad, es cuando el Náufrago se arrepiente ya de su ‘venganza’ y les desea toda la fuerza, todo el coraje y, si pueden, todo el entusiasmo para ir a por ello: “Allons enfants de la Patrie, le jour du boulot est arrivé”.
De vez en cuando, para evadirse de la atmósfera nacional cuando empieza a enrarecerse, el Náufrago se da una vuelta por el extranjero. No, no teman, su pensión jubilar no saquea los presupuestos del Estado, ni el Pocero le presta uno de sus Jets, ni tiene amigos que le ofrezcan sus mansiones o le alberguen en sus islas. Sus escapadas son ‘internet-cionales’, se asoma a los periódicos extranjeros, se entera de lo que se cocina en los pisos de los vecinos de arriba , los problemas que ocupan a sus ciudadanos. Normalmente, lo que les preocupa se acerca más al día a día, no se pasan la vida hablando de estatutos, de naciones y nacionalidades, de ‘papeles no devueltos’, de quién sucederá a quién, o “yo no dije que no había hecho nada”, para que otra responda “haga lo que haga una mujer siempre es para mal”. ¡Qué cansancio!
El sólo hecho de no tener que oír la eterna monserga, la aburrida melopea con las que nos aburren los políticos hasta el hartazgo, produce ya una serenidad de ánimo y un eficaz lenitivo contra el cabreo. Pero no es sólo esta necesidad de evasión lo que le mueve a fisgar en la casa del vecino de arriba. Últimamente se ha despertado en él un malévolo designio de tocar ciertas partes al personal oficialmente declarado ‘activo’, como fría venganza por haberle enviado al exilio de los ‘seres pasivos’.
Así, esta tarde, como ve que este agosto que no ha sido agosto, y que ha llovido, pero no a gusto de todos, ha recordado los tiempos en que pensaba que a la vuelta justo de la esquina en que termina, tenía que volver al cole. Tan mayor, pero ¡al cole!. Para los colegas franceses, esa vuelta no se hace a título de ensayo, sino que el martes próximo, día 4, a la voz de ‘¡ar!’ de Sarkozy y su lugarteniente Mr, Darcos, estarán ya en clase, como un solo hombre y una sola mujer ante los 15 millones de niños y adolescentes que les esperan con sus ‘cartables’, nuevos, ojos de ilusión en algunos, legañas en los otros. Por delante, todo un curso ante el cual todo un abanico, de perspectivas y emociones contradictorias se despliega. Aceptación, resignación, realismo, restos de ilusión, hasta pánico escénico.
La ventaja de adelantar el comienzo de esta tarea, es una mejor distribución de los períodos trabajo/descanso. La fórmula 5+2, cinco semanas de trabajo, dos de descanso, puede hacer más racional una labor que sólo los que tienen que desempeñarla conocen cual es el desgaste que produce.
Al evocar esta realidad, es cuando el Náufrago se arrepiente ya de su ‘venganza’ y les desea toda la fuerza, todo el coraje y, si pueden, todo el entusiasmo para ir a por ello: “Allons enfants de la Patrie, le jour du boulot est arrivé”.
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