¿Por qué escribimos? ¿Para quién escribimos?
INSHALLA, LA RESPUESTA.
Cuando uno se pone delante de un cuaderno, o ante un ordenador para contar las cosas que le ocurren o se le ocurren, no sabe exactamente por qué lo hace. Si además escribe en un medio al que puede acudir un número indefinido de personas que viven en distintos puntos del planeta, con sus gustos, costumbres, preocupaciones, ambiciones, fracasos, esperanzas... Hastiados, ilusionados, escépticos, ambiciosos resignados... surge un montón preguntas sobre el porqué de la escritura. ¿Por qué se hace? ¿Para ordenar un poco el mundo de las emociones y darles una ‘corporeidad’? ¿Por una secreta vanidad o exhibicionismo? ¿Por el placer de encontrar las palabras que más o menos se aproximan a lo que sientes o desearías sentir? ¿Para ser ‘tú’, de otra manera? ¿Para que alguien lo lea y vea algo de sí mismo o sentir las ganas de poder criticarlo? Quizá haya un poco de todo eso, y algunas causas más que en este momento no me tomo la molestia de escudriñar.
Todavía anteayer , escribiendo sobre el epílogo de “La force des choses”, de Simone de Beauvoir (- ¡Jodío Word! ,¿ Por qué me pones Simona, cuando lo que estoy escribiendo es Simone, sí Simone? No me corrijas más -) perdonen, pero me fastidia que quien diseña estos ‘procesadores de texto’, se empeñen también en ‘procesarnos’ cuando escribimos. ¡Lo que nos faltaba!
Vuelvo a lo que quería expresar sobre la novelista, ensayista, ex profesora francesa. Mediante este subterfugio logro referirme a quien quiero sin necesidad de que don Word me ‘procese’ de nuevo. Anoté algo que decía, cuando expresaba lo que era para ella la escritura, cuando notaba que envejecía y sentir que ‘envejecer es definirse y reducirse’ Ella que había luchado para no ‘etiquetarse’, no podía evitar que los años la aprisionaran en su tozuda realidad. Sin embargo le quedaba la escritura: “Pese a ese fondo de desencanto, desvanecida toda idea de mandato, de misión, de salvación, sin saber para quién ni por qué escribo, esa actividad me resulta más necesaria que nunca. Ya no pienso qué “justifica”, pero sin ella me sentiría mortalmente injustificada.”
Pero como siempre, hablando de lo que pueda significar la escritura, me he alejado de lo que quería expresar, cada cual tendrá sus propias razones, necesidades o excusas para explicarlo. Lo que quería decir es que sean cuáles sean esas 'razones’ valdría la pena, si como hoy recibo un comentario anónimo a propósito de lo que hace tres días escribí sobre Sayed Mahmud, el guía egipcio que perdió la vida entre las llamas de una explosión, cuando trataba de rescatar al último turista que quedaba en el autocar siniestrado. Sólo puedo decir que me ha emocionado recibir este breve, pero elocuente texto.
Gracias, amigo anónimo, eso reforzará nuestro recuerdo y admiración por ese ‘Hombre’, con mayúsculas, que se ‘ha llevado’ tanto. Insh'allah , ‘ sea lo que Dios quiera’.
Cuando uno se pone delante de un cuaderno, o ante un ordenador para contar las cosas que le ocurren o se le ocurren, no sabe exactamente por qué lo hace. Si además escribe en un medio al que puede acudir un número indefinido de personas que viven en distintos puntos del planeta, con sus gustos, costumbres, preocupaciones, ambiciones, fracasos, esperanzas... Hastiados, ilusionados, escépticos, ambiciosos resignados... surge un montón preguntas sobre el porqué de la escritura. ¿Por qué se hace? ¿Para ordenar un poco el mundo de las emociones y darles una ‘corporeidad’? ¿Por una secreta vanidad o exhibicionismo? ¿Por el placer de encontrar las palabras que más o menos se aproximan a lo que sientes o desearías sentir? ¿Para ser ‘tú’, de otra manera? ¿Para que alguien lo lea y vea algo de sí mismo o sentir las ganas de poder criticarlo? Quizá haya un poco de todo eso, y algunas causas más que en este momento no me tomo la molestia de escudriñar.
Todavía anteayer , escribiendo sobre el epílogo de “La force des choses”, de Simone de Beauvoir (- ¡Jodío Word! ,¿ Por qué me pones Simona, cuando lo que estoy escribiendo es Simone, sí Simone? No me corrijas más -) perdonen, pero me fastidia que quien diseña estos ‘procesadores de texto’, se empeñen también en ‘procesarnos’ cuando escribimos. ¡Lo que nos faltaba!
Vuelvo a lo que quería expresar sobre la novelista, ensayista, ex profesora francesa. Mediante este subterfugio logro referirme a quien quiero sin necesidad de que don Word me ‘procese’ de nuevo. Anoté algo que decía, cuando expresaba lo que era para ella la escritura, cuando notaba que envejecía y sentir que ‘envejecer es definirse y reducirse’ Ella que había luchado para no ‘etiquetarse’, no podía evitar que los años la aprisionaran en su tozuda realidad. Sin embargo le quedaba la escritura: “Pese a ese fondo de desencanto, desvanecida toda idea de mandato, de misión, de salvación, sin saber para quién ni por qué escribo, esa actividad me resulta más necesaria que nunca. Ya no pienso qué “justifica”, pero sin ella me sentiría mortalmente injustificada.”
Pero como siempre, hablando de lo que pueda significar la escritura, me he alejado de lo que quería expresar, cada cual tendrá sus propias razones, necesidades o excusas para explicarlo. Lo que quería decir es que sean cuáles sean esas 'razones’ valdría la pena, si como hoy recibo un comentario anónimo a propósito de lo que hace tres días escribí sobre Sayed Mahmud, el guía egipcio que perdió la vida entre las llamas de una explosión, cuando trataba de rescatar al último turista que quedaba en el autocar siniestrado. Sólo puedo decir que me ha emocionado recibir este breve, pero elocuente texto.
“Hace ya tres días de la muerte de Sayed, jamás he escrito en nada de internet pero él era mi gran amigo yo había tenido la suerte de hablar con él horas antes del trágico suceso, los que le queríamos sabíamos como era, el corazón que tenía y lo que amaba la vida. No puedo deciros más él se ha llevado mucho y quiero respetar su silencio. Gracias por hablar de Él y por haber visto al ser humano, descanse en paz. Inshalla." Anónimo
Gracias, amigo anónimo, eso reforzará nuestro recuerdo y admiración por ese ‘Hombre’, con mayúsculas, que se ‘ha llevado’ tanto. Insh'allah , ‘ sea lo que Dios quiera’.
Comentarios
Un besote
No tengo motivo alguno de sentir cosas así, más bien al contrario, muchas por las que agradecerte hasta elogios que no merezco.
Este medio es muy 'limitado' en cuanto a comunicación se refiere y tan etéreo al mismo tiempo, que puede dar lugar a que dejemos volar nuestra imaginación a quien Teresa de Jesús llamaba, creo' la 'loca de la casa'.
Así que te ruego que no la dejes volar, al menos en ese sentido. Nada más lejos de mí que sentir rencor y menos cuando en nada me has molestado.
Un beso de 'padre y muy señor mío'.
Y los elogios si te los mereces, todos nos merecemos los elogios que nos dicen, pero no acabamos de creerlo...
Besotes, espero que lo pasaras bien en los Picos de Europa