Encuentro en la Tercera Fase

• Corrección política

La corrección política pone mucho cuidado en que las palabras disfracen lo mejor posible lo que supone una cruda e insolente realidad. Si es preciso se hacen las piruetas lingüísticas más atrevidas para que no suenen tan bruscamente en nuestros políticamente correctos oídos. Ya no hay paralíticos ni tullidos, ni siquiera minusválidos, han sido cubiertos lo mejor posible bajo su ‘discapacidad’ para difuminar sus males reales. Hace tiempo que desapareció la palabra ‘viejo’ aunque para algunos tuviera hasta un sentido entrañable, pero alguien decidió que no sonaba bien . A partir de ese momento, pasó a ser la ROGTE, ' Real Orden Galáctica de la ‘Tercera Edad’, no se sabe bien si debido a influencias Spielbergianas, “Encuentros en la Tercera Fase” o por contaminación religiosa, dudosa procedencia, de las ‘Órdenes Terceras’ de piadosos ‘congregantes’. El lenguaje correctamente político, en su afán de desterrar el feísmo de esta Sociedad del Bienestar, ha borrado de su correcto diccionario a viejos, ciegos, maricones, cojos, estafadores , guardias, y ladrones ... ahora son mayores sin reparos, invidentes, gays, discapacitados, constructores /concejales, agentes de la autoridad, 'presuntos' delincuentes...

Se preguntarán el porqué de esta reflexión cuando ya no existe el veraneo, sino el período vacacional estival, el turismo y los cruceros. Pues viene a cuento, de lo que en la anterior entrada de esta bitácora, había hecho estremecer al Náufrago cuando recibió su tarjeta acreditativa de : PENSIONISTA DE CLASES PASIVAS. En este caso, el Ministerio de la Economía, ha hecho honor a su nombre y se ha ahorrado una parte del presupuesto para no abrir un concurso entre lingüistas y expertos en edulcorar la realidad y encontrar un título menos falso y más de acorde con la realidad postmoderna.

• Pensionista

Lo de ‘pensionista’ además de la carga de esa especie de ‘gorrón’ que lleva aparejada la palabrita, borra toda la luminosa alegría que se le supone a todo ‘jubilado’. La pensión huele a ‘hospedaje’ de segunda y tercera categoría, va asociada a la de-pendencia de la ‘generosidad’ estatal que les excluye de la franja ‘productiva’ para reducirlo a la oscura condición de de-pendientes pensativos. La palabra más que a honor, a reconocimiento justo parece un estigma, que si el pensionista, el ‘pagado’, el ‘a-preciado’ según la etimología, más que en el sentido de ‘estimado’, lo reduce al frío significado de aquel a quien se le ha puesto el ‘precio’ mínimo. La palabra pensionista llena el mundo del afectado, a poco que se estime a sí mismo, de bancos en plazas y paseos, de partidas de mus, de gorras y bastones, de paquetes de viaje en temporada baja, de hogares del pensionista, de salas de espera, o, a lo sumo, de tatos y tatas de nietos y allegados. O sea, en una vida de tercera división, si no regionalista. ¿Quién quitará a la palabra ‘pensionista’ la carga de ‘pensum’= castigo, que lleva aparejada?

• Producción y Dinero

Si a este vocablo, cargado de miseria y tacañería, le añadimos lo de ‘clases pasivas’, acabamos de cagarla, sin perdón. Y es que en una sociedad donde todo se mide en términos PRODUCCIÓN/DINERO, todo aquel que no ‘produce’ si no ‘gastos’ al erario público, donde las personas no valen por sí mismas, sino en la medida que sus valores se traducen en dinero, en tiempo/resultados fehacientes, es una carga, un ente que desequilibra el presupuesto.

Al Náufrago no le gusta esa tarjeta que el cartero le ha dejado, aunque diga que obedece “ a la demanda e interés de muchos pensionistas”. Tratará de no sentarse en ningún banco para ver pasar la vida con cara agradecida a la "Secretaría de General de presupuestos y gastos”, seguirá trabajando aunque su labor no sea valorada en dinero, se sentirá valioso mientras sea capaz de hacer algo, de crear o de creer en algo. Y sobre todo sentirá que él no es ninguna carga mientras pueda ser útil. Él no se siente ‘pensionista’.