La Casa de las Conchas
PATIOS
Y CROMATISMOS
Patio de la Casa de las Conchas- Clerecía: DOUCE |
Hay un
itinerario en las visitas del Náufrago a Salamanca que siempre recorre. Es como
si se tratara de un peregrinaje necesario que le concediera no se sabe qué
indulgencias. Para él, pasearse una y
otra vez por esos jardines, esas calles, callejuelas, plazas, rúas, corrillos
es como si recuperara su infancia y descubriera una nueva antigua Salamanca. Necesita
impregnarse de ese aire, oro de sus
fachadas, de la luz de su cielo, de la solemnidad de sus torres, del misterio
de sus conventos, de la serenidad de sus patios, del ir y venir de gentes de
toda edad, grupos de nacionales y extranjeros. Es como si la ciudad no fuera ‘pertenencia’
de sus habitantes y se tornara ciudad universal. Los lugareños los sienten como
si fueran ciudadanos de siempre y nadie los considera forasteros.
El otro
día, por la mañana, después de haber cumplido con otros quehaceres, ya con más
calma, se dejó llevar por la ciudad. No era él quien se dirigía a los sitios,
es como si las calles, los monumentos le condujeran a ellos. Sin saber por qué se
encontró dentro de aquel patio gótico, mudéjar, plateresco. Los peldaños del
palacio le subieron al primer piso directamente y allí, mientras entre los
capiteles del patio contemplaba las pontificas torres de la barroca Clerecía que
le abrumaban solemnemente, iba viendo los
cromatismos de José Ongay que le devolvían al presente.
Casa delas Conchas de la infancia que repasaba concha a concha para tratar de ver en
cuál de ellas se encontraban las onzas de oro que la voz paterna le había
contado que se hallaban allí escondidas. Ya no ve su fachada como antes, con
tanta inocencia, pero sigue siendo su Casa de las Conchas dizque de Santiago.
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