BERTA JOURNAL

¿Cómo se cambian las cosas en los papeles? ¿ Por qué hace dos días, y ahora no?

Una decepción: ¡cuánto descanto! Es la hora  de animar a los que están hundidos

Variedades, dudas, ¿Qué será, será?

"Si dejo de escandalizar, dejo de existir" Gustabe Coubert".-
Lo que no se ve en el cuadro de Couvert"
Me llamo Deborah




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Leninismo bajo los plátanos
POR RAÚL DEL POZO
Gritan como si rezaran: «Sí, sí se puede». Sueñan con democratizar la política, acabar con la corrupción y asaltar los cielos. Los oí ayer en la Asamblea de Podemos, a tres pedradas u hondazos del Palacio de la Moncloa, en la Ciudad Universitaria donde se mataron rojos y nacionales. Zumbaban los insectos que venían de chupar los huesos de los muertos y parecía que uno iba a pisar las hileras de gusanos que salen de la sala de disección de la Facultad de Medicina. Eran las 11.30, doce horas después del Rocroi de la selección española de fútbol.
La gente estaba sentada como en la cercana Ermita del Santo bajo los plátanos híbridos y ornamentales de la explanada de la Facultad de Filosofía. Había muchos jóvenes, algunos adolescentes y veteranos de todas las guerras de la izquierda. No vi ningún obrero. Eran mochileros con doctorado, profesores parados, jóvenes sin esperanza, muchachas melancólicas bajo el lento vuelo de los pájaros. Escuchaban los discursos, la sombra de las palabras.
Podemos –dicen los dirigentes, ya hay dirigentes– ha estallado por la necrosis del sistema, porque a los millones de parados y de pobres se unen los nuevos parias con sueldos clandestinos de 300 euros y las criadas filipinas que trabajan por la costa y la habitación. El mundo no retrocede hacia el maquinismo, sino a la nueva esclavitud. Los de Podemos quieren echar del poder a la «casta», que según ellos –la mayoría profesores e intelectuales– corrompió la política, espolió los bancos, las cajas y se apoderó del presupuesto de obras públicas y las ayudas europeas.
Era una prolongación de Sol. Hubo charlas, sosiego, placidez en la mañana. Cuando apareció el líder se encendió la gente. No veía esa fascinación desde los tiempos del burlador sevillano en los años 70. Me acerqué a Pablo Iglesias: «Yo soy el que te dije a las cinco de la tarde del 25-M que tiraban de las papeletas de Podemos, que ibas arrollando». «Me acuerdo perfectamente», respondió. Luego se subió al escenario como un cantante de rock. El joven timonel tiene una novia comunista y nació el mismo año que la Constitución, que quiere cambiar. Tiene aura, no leyenda. Dijo que Podemos es la palanca del cambio y que acatarán la Constitución hasta que el pueblo la cambie. Como dijo WangDongxing, para ‘el Timonel’ no hay nadie que sea indiscutible, con la única excepción de él mismo, pero para hacer la revolución se necesita un dirigente, un partido. Llega un momento en el que las asambleas son romerías. Jesús Montero, amigo mío, uno de los 25 de la fama, salidos de internet por votación popular, comenta: «Queremos construir una organización de nuevo tipo, multiforme, con más espacios». Reconoce que son criaturas nacidas en el 15-M. «Nada de patriotismo de partido, patriotismo y voz de ciudadanos». «No he visto ni un obrero», le digo. «Te equivocas, hay muchos de CCOO».
A las 12 de la mañana la Complutense era Nanterre, donde Sartre dijo que los jóvenes no querían ser cobardes y fatigados como sus padres. Hablé con Juan Carlos Monedero. «Es un encuentro», dice, «para saludarnos, para conocernos, para analizar la situación». Se quejan del acoso mediático. «Lo hay no sólo para Podemos. En los últimos meses han cesado a tres directores de periódico, el de EL MUNDO, el de La Vanguardia y el de El País». El profesor Javier Esteban, que me acompaña, me dice al oído: «Esto es el ciberbolcheviquismo». Muchos de los dirigentes son ex comunistas, según Koestler las únicas personas que saben de qué va el rollo. Parece que creen que la juventud es una clase, pero una cosa es luchar contra los mercados y otra luchar contra las generaciones. Íñigo Errejón, doctor en Ciencias Políticas, director de la campaña electoral de Podemos, que se mueve bien en los platós, listísimo como todos los que han pasado por el trotskismo, estaba enfadado con las teles porque según él les mandan provocadores. Le pregunto a Monedero si quieren destruir IU. «No», contesta, «el encanto de Podemos es abrirse a la sociedad sin sectarismo. Escuchar lo que nos dicen los ciudadanos». Creo que el talón de Aquiles es el asambleísmo. Jesús Montero declara: «Hemos aprendido del 15-M. Sólo la asamblea es inoperante».
Y allí se quedan discutiendo hasta la eternidad los precarizados, los machacados por la recesión, los hijos airados de la clase obrera y de la clase media hundida, soñando con darle la vuelta a este Estado decrépito.
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Raúl, sabe cómo responder, también hacer las preguntas que convienen, las metáforas y las cosas que ocurrieron tiempo ha. «Es un encuentro, para saludarnos, para conocernos, para analizar la situación». (Finura periodística)

Comentarios

Campurriana ha dicho que…
Nau, a ver si recupero tiempo. Hoy esta portada que pones me ha inspirado para nueva entrada en el saloncito.

Hablo desde las impresiones porque, últimamente, no estoy yo muy leída en estas lides. Además, lo de leer aquí no garantiza demasiado...

Felices sueños.
Campurriana ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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