"NO SOY EL DUEÑO DE MI PERRO, ES MI AMIGO" (Claudio)

ASÍ SOMOS
Hay veces que el Náufrago no sabe cómo explicar a Berta, como lo hizo con Douce. Ella entiende cómo es la vida. Hay algo que  nunca comprenderá de los humanos. No es porque no sea inteligente , lo sabe casi todo. Nadie le ha enseñado y tampoco necesita una escuela en donde aprender.
Por naturaleza, sabe cómo debe comportarse. No escoge al más guapo, al más fuerte, al más listo: sólo sabe dar y darse al 'amigo' más necesitado. Hoy lo ha visto:


-Claudio y Rocco

No soy mi dueño de  Rocco, es mi amigo
"No soy su dueño. Es mi amigo" Claudio, de 47 años, es arquitecto en paro. Trabajó 11 años en un estudio de Londres y otros 10 en Gerona. «Pero la empresa quebró. Se me acabaron los ahorros y desde hace año y medio vivo en la calle». Claudio ha improvisado un chamizo en un parque, donde vive con Carmen, su pareja, y Rocco, su perro. «Es mi amigo. No soy su dueño», matiza. Carmen se niega a salir en la foto. «Mi familia no sabe que vivo así», dice. A Claudio no le incomoda la cámara. «No tengo nada de lo que avergonzarme alega. Lo que quiero es un trabajo, cualquiera, y salir de la calle».



-Cucho con Púa y Pepe.

Mis perros son mi único motivo para levantarme por la mañana"
"Mis perros son mi único motivo para levantarme por la mañana" Este madrileño, de 43 años, fue cabo del Ejército. Es un lector voraz de Bakunin y de novelas históricas y tiene un par de hijos veinteañeros. Su mujer es sargento; su suegro, general. «Una familia peculiar para un anarquista como yo», bromea. A ella hace tiempo que no la ve. «Hoy, Púa y Pepe son mi único motivo para levantarme cada mañana». Cucho lleva 13 años en la calle. «¿Qué es lo más duro de vivir así? El suelo para dormir -dice con cierta sorna. Lo bueno es que te acuestas cuando te apetece; lo malo, que te levantas cuando los municipales quieren».



-Rocío con Curri y Venus. 

Si tengo que quitarme el pan para dárselo a mis perras,
lo hago
"Si tengo que quitarme el pan para dárselo a mis perras, lo hago" Rocío, que fue camarera, vive con Paco, su pareja. Lo conoció cuando él regentaba un pequeño puesto en el madrileño barrio de Ópera. Pero los problemas familiares acabaron empujando a ambos a la calle. Rocío duerme con Paco y con sus 'niñas' (así las llama ella), Venus y Curri. A la primera la encontró abandonada el día de su cumpleaños. «Fue el mejor regalo de mi vida», sonríe Rocío al recordarlo. A Curri la descubrió en un contenedor. «Me gasté el poco dinero que tenía en vacunarla. Y si tengo que quitarme el pan de la boca para dárselo a ellas, lo hago».



-Maru y Arco. 

Nos gusta escuchar los problemas de la gente
"Nos gusta escuchar los problemas de la gente" En otros tiempos, María Eugenia de 43 años era auxiliar de geriatría. Pero dos hechos han marcado su vida. El primero, la muerte de su mejor amiga, toxicómana, en sus brazos. «A raíz de aquello, me hundí en una depresión», recuerda. El segundo, su estancia en la cárcel por pasarle droga a su novio, drogadicto y encarcelado antes que ella. Solo tenía 29 años. Hoy, Maru junto con Arco, su perro, se apostan cada mañana en la calle. «Nos gusta escuchar a la gente. A veces hablan conmigo y descubro que tienen más problemas que yo. Pero, al final, ellos se van a sus casas y yo me quedo aquí, en la calle»


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-José Luis y Curro. 

Lleva  Curro conmigo 10 años. Es como un hijo
"Lleva conmigo 10 años. Es como un hijo"José Luis, de 67 años, exlegionario y exparacaidista, duerme en la antesala de una entidad bancaria. «La directora me da permiso. Es buena persona». Entre un barullo de ropas y mantas, Curro asoma el hocico. «Lleva conmigo 10 años. Es como mi hijo». Después de pasar por la cárcel en los setenta por desertar, José Luis comenzó a dar bandazos. «Y me encontré en la calle». Hace unos años estuvo a punto de morir por una paliza que le propinaron unos cabezas rapadas. José Luis ha tenido pareja, Luisa, pero la felicidad duró poco. «La pobre murió de un derrame cerebral. Hoy, solo me queda Curro en el mundo. Si no fuera por él y por la gente que me ayuda, me habría pegado un tiro».




-José y Blacky. 

Mi mujer me dejó en la miseria,Pero soy optimista 
"Mi mujer me dejó en la miseria" El día de Navidad de 2004 está grabado a fuego en la memoria de José, un portugués de 45 años. «En aquella maleta estaba toda mi vida», recuerda. «Me la robaron en un bar del Algarve». José regresaba a su país tras trabajar como albañil 10 años en Alemania. «De repente, todo desapareció», cabecea. Tras el robo se encadenaron las desgracias, hasta que la mujer con la que compartía su vida retiró todo el dinero de su cuenta y lo dejó en la miseria. José recorre las calles suplicando limosna y trabajo. «Me prometen cosas, pero nunca me dan nada. Pero soy optimista», sonríe. Blacky, su perro, gruñe en el centro de acogida donde pasarán la noche.



-Dorel con Marusa.

Marusa significa 'manzana' en rumano.
Lo llamé así porque es dulce como una manzana
"Ni mi perro ni yo somos ilegales. Tenemos papeles"Dorel, rumano de 44 años, trabajó en la construcción, «pero ahora las cosas están muy difíciles», dice. Es educado y triste, como si temiese ofender. De Rumanía se trajo a su mujer, Helena (hoy, muy enferma), y a Marusa, su perro. «Marusa significa 'manzana' en rumano. Lo llamé así porque es dulce como una manzana», sonríe. Dorel, Helena y Marusa llevan 3 años en la calle. Con el dinero que sacan de la caridad pagan las medicinas de Helena

De repente, Dorel se sobresalta y rebusca en la mochila. «Ninguno somos ilegales explica sin que nadie le pregunte. Marusa también tiene sus papeles en regla. Aquí está la cartilla».


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REFERENCIA: "XLSEMANAL : Fernando Sánchez  Alonso

Comentarios

Lola ha dicho que…
Náufrago, me has dejado de piedra. Leyendo tus palabras con las historias que nos cuentas, me quedo helada. No tengo ningún motivo para quejarme, o mejor aún, derecho alguno para no afrontar un nuevo amanecer dando gracias por la situación que disfruto.

Me gusta cuando sales a la calle a exprimirle el jugo en cada esquina. Aunque siempre tenga un sabor amargo, sigue siendo dulce.

¡Miauus cariñosos!
Douce y el Náufrago ha dicho que…
Buenas tardes, Lola y compañía.

Las historias que has leído no son mías, pero podemos hacerlas nuestras, porque son miles y muchas más como ellos. Los veo a diario y les dejamos algo. Pasan horas junto a sus dueños (‘perdón, amigos’) sentados en la acera o en su manta viendo pasar la gente y otros compañeros con más suerte, pero para ellos la ‘suerte’ es acompañar a ‘amigos’ que sin ellos, quizá, ya no estarían. No piensan en ellos, sino en sus ‘amigas’ y ‘amigos’.

Las historias las vi en una revista anoche y esta mañana fui a buscarla a la revista . Quise que dejaran sus protagonistas en la Isla. La he releído varias veces y miraba a Berta y ‘hablaba’ con Douce porque nos enseñan mucho, o mejor, nos ‘viven’ mucho.

Me quedo con tus palabras : ”tengo un sabor amargo que sigue sabiendo a dulce y tierno”

Guauuuuus cariñosos para ti y los tuyos

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