TARJETAS DE ORO

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Últimamente ando algo bajo de eso que los entendidos, y los no entendidos, también, llaman autoestima, por no decir claramente “estoy un poco jodido”. Sin embargo he observado que hay gente realmente preocupada por levantarme... el ánimo y eso hace que me reconcilie de nuevo con la vida, con la humanidad, hasta con los vecinos del 1º derecha. Sí, porque aunque digan que el mundo es cruel, una especie de selva donde unos se fagocitan a otros, que hay gente que para trepar no tiene reparo en pisar a un amigo con tal de seguir subiendo, no es cierto. Sigue habiendo gente altruista que se preocupa por el prójimo y por el que no está tan próximo.

Hoy mismo , en mi buzón, he recibido tres muestras de que todavía hay gente que me quiere, personas que no conozco , saben de mis necesidades y hacen lo posible por facilitarme la vida y hacérmela agradable. Así , al abrir el primer sobre me encuentro con esta bienvenida : “Usted se merece nuestra Visa ORO” (oro, bien grande y con letras doradas). De repente subió varios enteros mi autoestima. Yo no era ningún paria, ningún oscuro funcionario, sin crédito ninguno. Estos señores que casi no me conocen, confían en mí , me dan crédito por si me apetece hacer un viaje a las Bahamas o a Cancún, puedo pasarme unas noches de ensueño en el Gore de Londres, en el Ritz de Paris, o en el Dream Hotel de nueva York.

Y no piensen que paran ahí las cosas. Fíjense en todas las ventajas que esta áurea tarjeta me ofrece: ni una mísera cuota de por vida, nada de molestarme en cambiar de banco, todo tipo de seguros, 56 días libres de intereses, servicio gratuito de teléfono... Y si por si fuera poco, (esta frase me recuerda a los charlatanes de feria cuyas artes mercantiles yo admiraba de pequeño, porque me parecía tonta toda aquella gente que les escuchaban, absortos, y luego no le compraban ninguno de aquellos artilugios maravillosos, con todo lo que regalaban)... pues eso “por si fuera poco”, estos señores que son más serios, aunque con menos gracia que los parlanchines, me regalan un maravilloso CD portátil, para oír toda la música del mundo. Y aquí no termina la cosa. Es razonable, piensan, que yo siga indeciso, que me pregunte:” Si ya tengo una tarjeta, por qué necesito otra?” (elemental, Dear Watson) . Entonces te sueltan, gratis también, un argumento irrebatible: “ Muy sencillo. Por lo mismo que , por ejemplo, teniendo ya un coche usted decide cambiarlo por otro, porque quiere mejorar para disfrutar de más prestaciones , más fiabilidad, más garantías...” Y, tonto de mí, no había reparado en lo lógico de una argumentación tan definitiva. ¿Quién puede negarse a mejorar, a tener más prestaciones, más garantías...?

No repuesto aún de esta maravillosa sorpresa, abro el segundo sobre y... ¡Oh casualidad de las casualidades! La Fortuna sigue llamando a mi puerta: ¡otra visa oro, de Bakinter! El señor Botín también cree en mí. Me ofrece su CapitalOne, también de oro. Puedo ahorrarme el 1% en todas mis compras, (un fortunón), 0 € de cuota anual de por vida (¡para lo que me queda...!), y me presa 1.000.000 de las antiguas pelas, así, por mi cara bonita. Me permite decidir cómo y cuánto pago al mes, me regala tarjetas adicionales , gratis total y ni siquiera me pide que me matricule en su banco. Y, para no aburrirles, no les cuento otra serie de ventajas que vienen en un gráfico.

Del otro sobre, en que me sonríe el bigote del alcalde de mi ciudad, les hablaré en otra ocasión. Ahora, con su permiso, me voy a disfrutar del crédito de oro que me han regalado. Si vieran que no vuelvo por aquí , es que me he perdido por ahí, bronceándome en cualquier isla del Indico o el Pacífico, rodeado de tentadoras indígenas.

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