A Brazileira


Me he enterado por el periódico que en estos días se celebra el centenario del célebre café “A Brazileira”, el sitio preferido de aquel creador de heterónimos en los que se desdoblaba Fernando Pessoa. Seguramente una extraña afinidad me llevó aquel verano, hace ya algunos años, a su querido Chiado, donde se encuentra este personalísimo café, lugar de reunión de estudiantes, artistas, escritores, y en épocas de turismo, viajeros de todas las partes.

Y allí sigue él, fiel tertuliano, broncíneamente sentado, y al lado una silla, para conversar con él de cualquier cosa: “Pouco me importa... o qué? Nao sei. Pouco me importa.” A su lado me senté un rato mientras la gente iba y venía, pero no quiso revelarme su desasosiego. Sólo me dijo en voz baja estos versos:

NO QUIERO ROSAS
No quiero rosas, con tal que haya rosas.
Las quiero sólo cuando no las pueda haber.
¿Qué voy a hacer con las cosas
que cualquier mano puede coger?

No quiero la noche sino cuando la aurora
la hizo diluirse en oro y azul.
Lo que mi alma ignora
eso es lo que quiero poseer.

¿Para qué?... Si lo supiese, no haría
versos para decir que aún no lo sé.
Tengo el alma pobre y fría...
Ah, ¿con qué limosna la calentaré?...

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