La X

Mi barrio, surgió allá por lo primeros 70 con ocasión del boom de la construcción. No es que tenga una personalidad definida en cuanto a edificaciones y residentes se refiere. ¿Pero cuántos barrios, sobre todo modernos, tienen una personalidad propia?. Aquí, junto a edificios de 13 y 14 pisos, conviven otros de 4 o 5 alturas, sin saber si fueron los diseñadores, si es que los hubo, o fue sólo un capricho interesado de constructores y ediles los que hicieron tal trazado. El conjunto está formado por distintas zonas , se diría reservadas a distintos tipos de vecinos de diferentes estratos sociales, que van desde profesionales , funcionarios de tipo medio, trabajadores, hasta un pequeño gueto de etnia gitana, según la denominación políticamente correcta. Una de sus arterias principales, por esos caprichos o incoherencias municipales, soporta una densidad circulatoria que la hace particularmente ruidosa. Pero en medio de todo esto, dispone de una amplia superficie de zonas verdes que la hacen realmente saludable.

Pero en realidad yo no quería hablar de mi barrio en el que me encuentro razonablemente bien. Les quería contar una simple anécdota que me ocurrió ayer, cuando regresaba a casa con mi perra , después de haber hecho unas pequeñas compras. Sucedió, que al pasar por delante de la carnicería que hace esquina, frente a mi casa, una niña de unos 5 ó 6 años, dijo entusiasmada a su madre:

-¡ Mira, mamá, la X!

Para ella era todo un acontecimiento. Seguramente regresaba del colegio y su maestra le había enseñado las letras del alfabeto. Ese jeroglífico de letras y palabras para la pequeña todavía indescifrable, misterioso y mágico , empezaba a hacérsele inteligible. Quizá todavía no era capaz de leer aquel cartel que mi amigo Movellán, el carnicero, había puesto en el escaparate: “Jamón serrano , eXtra”. La niña de momento sólo se había fijado en un signo, la X. Quizá no entendía aún todo el texto, pero estaba entusiasmada porque ya había dado un paso muy importante. Empezaba a desentrañar los misterios de la escritura.

Esta pequeña anécdota me hizo pensar en el complejo entramado que somos nosotros mismos y que a veces nos resulta difícil desmenuzar y entender. Estamos hechos de un amasijo de sentimientos, realidades , emociones, que en situaciones concretas, nos vemos incapaces de entender , ordenar y leer el significado de nuestra auténtica realidad. Simplemente no nos conocemos, o no nos conocemos realmente del todo. Y de pronto descubrimos la X. Pero aún somos incapaces de relacionarla con los demás elementos y no acertamos a “leernos” del todo. Quizás si logramos juntar la e con la X, con la t, la r y la a, será algo EXTRA-ordinario.

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