¿Dónde están las llaves? (Historia real, irreal)

Un día Andrés decidió, a su manera, o sea de repente, emprender viaje hacia su ciudad natal, una fría, entrañable, hermosa ciudad castellana, por cuyas venas discurren todos los hematíes, leucocitos y plaquetas de la Historia. Una ciudad severa y alegre al mismo tiempo, áspera y recia como su clima, pero sencilla y acogedora como sus gentes. Sintió la necesidad de volver a su casa , a su barrio, al clima interior de su infancia. En realidad no le movía tanto el deseo de volver a su casa, como encontrar el yo perdido de su niñez. Ese yo soterrado bajo un montón de órdenes, admoniciones, prohibiciones, advertencias, mandamientos... sin apenas conocer qué sabor tiene el cariño, la comprensión, la ternura, la libertad y el amor. Ésas eran palabras desterradas de su país infantil Toda su ternura, su confianza, sus fragilidades, sus temores o sus ansias estaban prohibidas en el país del “¡Tecallas!”. ¡Qué nombre tan raro para cobijar a un niño, sensible, frágil/fuerte, soñador, jovial , a pesar de los pesares...!

Pero hay qué ver cómo estaba la carretera de regreso a sí mismo. A pesar de haberla recorrido decenas , centenares de veces, le parecía completamente distinta. Estaba pésimamente asfaltada, sin apenas indicaciones sobre velocidad, curvas, tramos peligrosos, cruces o badenes. Quizá fuera culpa de DGT, o simplemente que la ruta de la ida y regreso por nuestras vidas no tenga más señales que las que nosotros diseñemos. Sin embargo en el retorno a casa ,Andrés iba acompañado de extraños personajes. No eran agentes de tráfico, sino más bien una especie de operarios, sin un especial traje de faena, que iban señalizando los distintos tramos difíciles con misteriosas señales. Por ejemplo, ¿qué señal poner en aquel lugar en que la carretera se había desdibujado y no era más que una especie de lago, que cubría hasta la mitad de las ruedas? Además que tras aquella laguna, la carretera viraba en un ángulo recto y por su lado izquierdo bordeaba una especie de acantilado y, allá abajo, el mar. Una costa muy parecida a la que Andrés visitaba durante el verano

Pero no se habían acabado las sorpresas del camino. Unos kilómetros más allá, la carretera atravesaba una ciudad completamente a oscuras. Podría ser cualquier villa de la región, porque a pesar de la oscuridad casi total, se adivinaban unas fachadas señoriales con escudos que hablaban, no a las claras, sino a oscuras, de linajes e hidalguía. En aquella villa, sin habitante alguno, como si la noche se los hubiera tragado, sólo aparecía levemente iluminado un sepulcro nobiliario, de piedra, con blasones. Andrés parecía desconcertado ante tan singular hallazgo y se preguntaba por qué semejante artefacto se cruzaba en el camino hacia sí mismo. Es lo que tienen estos extraños y misteriosos viajes. Tampoco en todos los viajes entendemos el porqué de las gentes , los lugares y los monumentos que se nos cruzan en el camino.

El hecho es que, al salir de aquella misteriosa y abandonada villa se dio cuenta, de repente, que había emprendido el viaje y no había cogido las llaves de su casa o ¿eran las llaves de sí mismo? Cualesquiera que fueren, iba sin llaves y empezaba a preguntarse cómo se puede entrar en casa o en uno mismo, sin las llaves. Por supuesto, no quería llegar y pensar en quién podría prestárselas, aunque tuviera lejanos conocidos que pudieran tener algún manojo que le abriera. Decidió pues llamar a casa, para ver si le daban una idea de quién podría procurárselas. Su mujer le habló de alguna sobrina que quizá estuviera en la ciudad por razón de sus estudios. Pero Andrés no se fiaba de jóvenes , más atentos a sus fines de semana, que a las necesidades de su tío. Por otra parte pensó, que precisamente por ser un fin de semana , algún otro familiar podría haber tenido la misma idea que él, y cuando llegara, la casa estuviera ocupada. Ahí queda en suspenso su historia... ¿Cuál sería la decisión de Andrés?

Me gustaría que alguno de ustedes me sugiriera el final de esta historia... Siendo como es una historia abierta, cualquier determinación es posible. ¿Dónde está la llave?

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