Risto y sus 'cristos'.
He de confesar que hasta hace muy pocos días no conocía a un personaje televisivo llamado Risto Mejide, creo. El no ver apenas la tele me había privado de conocer a tan ‘importante’ personaje del panorama hispano. Más tarde he leído críticas sobre él en los medios de comunicación tildándole de insolente, déspota, borde y otras delicadezas. Como no podía ponerme a revisar sus intervenciones en ese triunfal concurso y sus críticas a los participantes en él, he recurrido a esa videoteca llamada “Youtube” donde se conservan algunas de sus intervenciones, he revisado tres o cuatro por ver si es tan fiero este león mediático como lo pintan. He de admitir pues que mi conocimiento del personaje es parcial y si me apuran un poco selectivo, porque desde el primer momento a mí me cayó más bien simpático y positivo. Explicaré las razones de mi ‘simpatía’.
La primera es que me gustan los personajes – no todos – que navegan contra corriente y dicen cosas distintas de lo políticamente correcto, en un país plano de ‘opiniones’ , o por mejor decir, de no-opiniones unánimes. Por mucho que nos digamos rebeldes no creo que sea cierto. Somos protestones, chismosos, cabreados perennes, pero no sabemos protestar, dar nuestro parecer discordante en el momento y forma adecuados. Somos perros ladrando a la luna, con permiso de mis amigos los perros. Que conste que en este conformismo cabreado que traga y nunca muerde de verdad me incluyo.
Aparte de esta simpatía para los que saben defender lo que piensan a pesar de la ‘monopinión’ reinante, tengo otras razones a favor del tal Risto que dicen que monta cristos y destroza corazones artísticos. Por ejemplo a mí no me parece borde decir a unos aspirantes a ‘productos’ mediáticos que les explique uno que conoce bien este medio en qué mundo pretenden meterse y si de verdad están preparados para tragar todos los sapos que les esperan si a lo que aspiran es la ‘fama’, el llamado éxito. Advertirles de eso me parece más bien una obra de misericordia en ese mundo de fariseos , aduladores, arrivistas y explotadores .
En una reciente entrevista la periodista le preguntaba:
- “Los publicistas venden humo. ¿‘Operación Triunfo’ también?” , a lo que él con claridad y sensatez demoledoras contestaba:
- “Los publicistas no vendemos humo. Los publicistas somos humo. Igual que OT. Igual que la fama. Igual que el éxito. Igual que el fracaso. Igual que la vida, si nos ponemos trascendentales... Y a estas horas, como que no.”
Creo que no se puede decir más crudamente y mejor la verdad que subyace en este tinglado en que nos movemos: unos explotando, otros vendiendo, otros dejándose ‘comprar’, otros consumiendo estos ‘productos’ que sustentamos con nuestro apoyo, viendo esos programas, encumbrando a esos personajes, asistiendo a sus conciertos, comprando sus discos, tirándolos a la basura cuando nos cansamos de ellos. Ya vendrán otros nuevos a subirse al carro de la fama por un puñado de euros.
Otra de las razones por las que defiendo a este personaje es porque hace perfectamente ‘su papel’. Detrás de sus gafas, de sus poses, sus pausas, sus supuestas ‘agresiones’ a ‘inocentes’ criaturas no veo un ánimo de destruir a las personas, sino advertir de las deficiencias del que ‘actúa’, trata de cantar, captar seguidores y fieles a su ‘arte’. Conocedor del mundo de la ‘venta de productos’, les indica simplemente qué es lo que vende y no vende en ese mercado.
Acostumbrados a un mundo donde la gente no suele decirnos las verdades y en su lugar nos despachan con el desdén o el halago, dos formas de ignorarnos, merece agradecimiento aquel que se toma la molestia de detectar nuestros fallos e indicarnos la forma de enmendarlos si nos parece conveniente. Al verle ‘actuar’, porque está ‘actuando’, creo que también los ‘criticados’ saben el alcance de sus ‘’insolencias’.
Al escribir esto me he acordado de un autor al que recurro bastante, Hugh Prater, cuando reflexiona sobre este mundo de la comunicación:
Advertir de todas esas cosas , aún con su dosis de ‘montaje’ no me parece labor destructiva sino creadora.
La primera es que me gustan los personajes – no todos – que navegan contra corriente y dicen cosas distintas de lo políticamente correcto, en un país plano de ‘opiniones’ , o por mejor decir, de no-opiniones unánimes. Por mucho que nos digamos rebeldes no creo que sea cierto. Somos protestones, chismosos, cabreados perennes, pero no sabemos protestar, dar nuestro parecer discordante en el momento y forma adecuados. Somos perros ladrando a la luna, con permiso de mis amigos los perros. Que conste que en este conformismo cabreado que traga y nunca muerde de verdad me incluyo.
Aparte de esta simpatía para los que saben defender lo que piensan a pesar de la ‘monopinión’ reinante, tengo otras razones a favor del tal Risto que dicen que monta cristos y destroza corazones artísticos. Por ejemplo a mí no me parece borde decir a unos aspirantes a ‘productos’ mediáticos que les explique uno que conoce bien este medio en qué mundo pretenden meterse y si de verdad están preparados para tragar todos los sapos que les esperan si a lo que aspiran es la ‘fama’, el llamado éxito. Advertirles de eso me parece más bien una obra de misericordia en ese mundo de fariseos , aduladores, arrivistas y explotadores .
En una reciente entrevista la periodista le preguntaba:
- “Los publicistas venden humo. ¿‘Operación Triunfo’ también?” , a lo que él con claridad y sensatez demoledoras contestaba:
- “Los publicistas no vendemos humo. Los publicistas somos humo. Igual que OT. Igual que la fama. Igual que el éxito. Igual que el fracaso. Igual que la vida, si nos ponemos trascendentales... Y a estas horas, como que no.”
Creo que no se puede decir más crudamente y mejor la verdad que subyace en este tinglado en que nos movemos: unos explotando, otros vendiendo, otros dejándose ‘comprar’, otros consumiendo estos ‘productos’ que sustentamos con nuestro apoyo, viendo esos programas, encumbrando a esos personajes, asistiendo a sus conciertos, comprando sus discos, tirándolos a la basura cuando nos cansamos de ellos. Ya vendrán otros nuevos a subirse al carro de la fama por un puñado de euros.
Otra de las razones por las que defiendo a este personaje es porque hace perfectamente ‘su papel’. Detrás de sus gafas, de sus poses, sus pausas, sus supuestas ‘agresiones’ a ‘inocentes’ criaturas no veo un ánimo de destruir a las personas, sino advertir de las deficiencias del que ‘actúa’, trata de cantar, captar seguidores y fieles a su ‘arte’. Conocedor del mundo de la ‘venta de productos’, les indica simplemente qué es lo que vende y no vende en ese mercado.
Acostumbrados a un mundo donde la gente no suele decirnos las verdades y en su lugar nos despachan con el desdén o el halago, dos formas de ignorarnos, merece agradecimiento aquel que se toma la molestia de detectar nuestros fallos e indicarnos la forma de enmendarlos si nos parece conveniente. Al verle ‘actuar’, porque está ‘actuando’, creo que también los ‘criticados’ saben el alcance de sus ‘’insolencias’.
Al escribir esto me he acordado de un autor al que recurro bastante, Hugh Prater, cuando reflexiona sobre este mundo de la comunicación:
- “Los demás no quieren que esté siempre de acuerdo con ellos. Verían esto como falso.Pueden percibir que quiero controlarlos: estoy de acuerdo con ellos para caerles bien. Ellos sienten: “ No quiero existir para que me gustes: no existo para que me caigas bien”
- “Una reacción negativa es mejor que ninguna reacción: Preferiría que alguien me odiase a que no me viera...”
- “Hay algo en los halagos que me atemoriza. Parte de la razón es que tengo miedo de recibir algo que después podría negárseme. Si dejo que mis emociones se apoyen en las afirmaciones del otro, me estoy colocando en sus manos... Hay una parte de mí que sabe muy bien que no soy tan bueno como lo implican sus halagos...” (Hugh Prather: "Notes to myself" 'Palabras a mí mismo')
Advertir de todas esas cosas , aún con su dosis de ‘montaje’ no me parece labor destructiva sino creadora.
Comentarios
No obstante, al márgen de la insolencia, abuso de su posición dominante frente a los chicos, soberbia y mala educación de que hace gala este personaje, lo que a mí me revienta es la forma en que se ha estado "vendiendo" a sí mismo.
Como ahora "vale todo", este publicista de medio pelo al que probablemente nadie conocía antes del concurso, se permite lanzar sus juicios de valor, muy bien meditados antes de salir a cámara, creyéndose en posesión de la verdad absoluta. Y cuando uno de estos chavales le planta cara y le contesta, educadamente, pero con razonamientos improvisados sobre la marcha (a diferencia de él que dispone de algunos días para preparar sus demoledoras opiniones), pues resulta que pierde los papeles, como le sucedió en el último programa, donde dicen las malas lenguas que "se pasó tres pueblos". Como dice una amiga mía "le sale el barrio". Es un "subproducto" de otro producto mediático.
Pero ahí le tenemos, de contertulio de Luis del Olmo. Veremos cuánto tardan en (des)encontrarse estas dos "soberbias piezas".
De todas formas prefiero éste a otros muchos productos que tenemos en el mercado. Y no hablo de los de baja estofa, como pantojas, julianes,jesulines y los que utilizan sus deshechos para comer y echar de comer a su clientela.
Lo prefiero también a los políticos que nos venden sus vacuidades, sus resentimientos, sus mentiras o a los que nos llenan la vida con lo que han hecho, dicho o dejado de decir los susodichos.
Creo que coincidimos en muchas más cosas que las que podamos ver desde ligeros ángulos diferentes.
Me agrada poder discrepar de esta manera.