No son noticia
Se han ido casi en silencio, han tenido que salir por la puerta de servicio. A su salida no se han agolpado esos ‘audaces’ reporteros que micrófono y cámara en mano corren tras la ‘Noticia’ que llega o parte desde cualquier aeropuerto, los que se patean los andenes del AVE adonde llegan o desde donde salen las viudas y los viudos, los farruquitos o las obregón y sus muchachos. No estaban allí, esperándoles a la llegada de sus ‘chaleses’, en el caso de que los tuvieran, o poniendo el micrófono en el ‘telefonillo’, para preguntar si el señor había llegado ya a casa.
Los últimos días del año recogieron los cuatro papeles que le quedaban en la Casa, guardaron las fotos que había encima de la mesa de su despacho, echaron una última mirada a aquellas paredes desde donde les contemplaban, extrañados, los cuadros, los carteles que a lo mejor algún día trajeron de un viaje a Nueva York, Colombia, o los campamentos del Sahara. Con el alma un poco encogida dijeron un adiós callado a decenas de año de trabajo, de éxitos, de zancadillas, de premios, a miles de hora de preparación de entrevistas, a viajes, a voces emocionadas... Encerrar en unos minutos tanto recuerdo era imposible, y sólo quedaba una sensación difusa que no se sabía muy bien si era de alivio, de rabia, de añoranza , o de nada. Quizá en el fondo , preferían una salida así, sin homenajes, sin discursos vanos, sin abrazos de cartón, sin regalos de compromiso, acribillados por decenas de miradas no se sabe si amistosas, indiferentes o hasta regocijadas.
Se han sin ruido, o al menos sin que la inmensa mayoría de los que les oyeron en la radio, los vieron en la tele, leyeron sus artículos, soñaron con sus voces, se enternecieron con sus entrevistas, se hayan enterado. Los más asiduos vieron que de repente su voz, su imagen no aparecía en su programa preferido, ya no envían sus crónicas desde muy lejos y lo fueron aceptando con más o menos resiganación. El lunes 1 de enero, algo más de ochocientos trabajadores tuvieron que abandonar TVE o RNE, dicen que para ‘sanear económicamente’ la empresa, que pronto volverá a sufrir los mismos males. Rostros , voces conocidas como la de Andrés Aberasturi, el ex presidente de la Academia de la Televisión Ignacio Salas, a los que seguirán pronto los Julio César Iglesias , Beatriz Pécker, Pedro Erquicia, Antonio Gasset, el hombre del cine, y los eternos ‘deportivos’ Miguel Ángel de la Casa, Pedro Barthe o los sucesores de los Medina, Maldonado y Montesdeoca. Ya no nos llegarán las noticias de Asia, París , Bruxelas, Israel, contadas por las voces y los rostros de Rosa María Calaf, Angel Gómez Fuentes, Luis de Benito o Agustín Remesal.
Para los que hemos ‘vivido’ el sol, la lluvia, la nieve y los puertos del Padornelo y de la Canda cerrados en esas voces, ya no serán igual los días soleados o de mar rizada. No nos sabrán las noticias venidas de muy lejos de la misma manera cuando no oigamos a Rosa María o los festivales de Cannes o de Venecia no tendrán ese tono y timbre de voz ‘gassetianos’ que suenan a cine.
La edad, la cochina edad, los jodíos números que todo lo simplifican e igualan a los manta y a los talento, el puto dinero que no tiene ni ojos, ni oídos, ni vista, ni corazón y mucho menos talento.
Desde aquí mi recuerdo, mi respeto, mi admiración, mi cariño por estos rostros, por estas voces, por estos periodistas, pero sobre todo por aquellas personas que me mostraron una manera de comunicar , me acompañaron y me mostraron aspectos de la vida a su modo.Hoy que no son 'noticia', ni siquiera para sus compañeros. Quizá no interese que lo sean.
Los últimos días del año recogieron los cuatro papeles que le quedaban en la Casa, guardaron las fotos que había encima de la mesa de su despacho, echaron una última mirada a aquellas paredes desde donde les contemplaban, extrañados, los cuadros, los carteles que a lo mejor algún día trajeron de un viaje a Nueva York, Colombia, o los campamentos del Sahara. Con el alma un poco encogida dijeron un adiós callado a decenas de año de trabajo, de éxitos, de zancadillas, de premios, a miles de hora de preparación de entrevistas, a viajes, a voces emocionadas... Encerrar en unos minutos tanto recuerdo era imposible, y sólo quedaba una sensación difusa que no se sabía muy bien si era de alivio, de rabia, de añoranza , o de nada. Quizá en el fondo , preferían una salida así, sin homenajes, sin discursos vanos, sin abrazos de cartón, sin regalos de compromiso, acribillados por decenas de miradas no se sabe si amistosas, indiferentes o hasta regocijadas.
Se han sin ruido, o al menos sin que la inmensa mayoría de los que les oyeron en la radio, los vieron en la tele, leyeron sus artículos, soñaron con sus voces, se enternecieron con sus entrevistas, se hayan enterado. Los más asiduos vieron que de repente su voz, su imagen no aparecía en su programa preferido, ya no envían sus crónicas desde muy lejos y lo fueron aceptando con más o menos resiganación. El lunes 1 de enero, algo más de ochocientos trabajadores tuvieron que abandonar TVE o RNE, dicen que para ‘sanear económicamente’ la empresa, que pronto volverá a sufrir los mismos males. Rostros , voces conocidas como la de Andrés Aberasturi, el ex presidente de la Academia de la Televisión Ignacio Salas, a los que seguirán pronto los Julio César Iglesias , Beatriz Pécker, Pedro Erquicia, Antonio Gasset, el hombre del cine, y los eternos ‘deportivos’ Miguel Ángel de la Casa, Pedro Barthe o los sucesores de los Medina, Maldonado y Montesdeoca. Ya no nos llegarán las noticias de Asia, París , Bruxelas, Israel, contadas por las voces y los rostros de Rosa María Calaf, Angel Gómez Fuentes, Luis de Benito o Agustín Remesal.
Para los que hemos ‘vivido’ el sol, la lluvia, la nieve y los puertos del Padornelo y de la Canda cerrados en esas voces, ya no serán igual los días soleados o de mar rizada. No nos sabrán las noticias venidas de muy lejos de la misma manera cuando no oigamos a Rosa María o los festivales de Cannes o de Venecia no tendrán ese tono y timbre de voz ‘gassetianos’ que suenan a cine.
La edad, la cochina edad, los jodíos números que todo lo simplifican e igualan a los manta y a los talento, el puto dinero que no tiene ni ojos, ni oídos, ni vista, ni corazón y mucho menos talento.
Desde aquí mi recuerdo, mi respeto, mi admiración, mi cariño por estos rostros, por estas voces, por estos periodistas, pero sobre todo por aquellas personas que me mostraron una manera de comunicar , me acompañaron y me mostraron aspectos de la vida a su modo.Hoy que no son 'noticia', ni siquiera para sus compañeros. Quizá no interese que lo sean.
Comentarios
Meritxell
Pero lo válido seguirá valiendo , aunque no venda