La metáfora infinita de Chema Madoz

Se llama Chema Madoz, nació en Madrid hace 57 años y es uno de los fotógrafos españoles de mayor prestigio internacional. Su casa está enclavada en una calle de nombre evocador donde a primera hora se escucha el canto de unos gallos vecinos, huele a pasto fresco y se divisan desde una esquina los picos nevados de la sierra de Guadarrama.

Madoz siempre ha trabajado alrededor de su entorno más cercano. La proximidad física y emocional con lo retratado es clave en sus creaciones. Una parte importante de los objetos que acaban transformados en poemas visuales tras pasar por el tamiz de su cámara son enseres tan cotidianos como los que pueblan cualquier hogar. Un abrelatas o algo tan sencillo como un fósforo pueden mutar en pasaportes a la ensoñación tras pasar por las manos –y la mente– de Madoz. Hasta que ocupó este estudio hace unos años, siempre se había apañado en casa.

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