Una visita a la librería

 ERNESTO SABATO EN EL RECUERDO...

Hoy el Náufrago entró en una librería para preguntar por un libro. Parece obvio. Me refiero a lo del libro, no a que el Náufrago entrara en una librería, porque eso no es obvio. El autor del libro, hagámosle un poco de propaganda, es Enrique Gallud Jardiel, (ex) bloguero de ‘Humoradas’ y amigo, que ha dedicado su último libro al ‘Humor inverosímil’ del teatro de su abuelo, Jardiel Poncela. El libro no había llegado aún, pero lo esperan. 

No salió con el libro deseado pero sí con una revista, gratuita, digamos también el nombre, “Mercurio”, 'panorama de libros'. El número correspondiente a junio-julio 2011, quería ser un homenaje al recién desaparecido Ernesto Sábato, que casualmente el jueves próximo habría completado los cien años.

Dos cosas llamaron la atención del Náufrago, el retrato del escritor, ensayista, físico y pintor argentino, hecho por Sánchez Lindo y una carta de su compañera Elvira González Fraga. Ambos regalos le han servido al Náufrago como aperitivo anímico emocional en esta primera mañana de verano y querría compartirlo con los posibles visitantes de la isla. La carta empezaba así:
A VOS,
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Elvira y Ernesto
Querido hombre, hace apenas dos semanas te perdí, me he quedado con el corazón estirado igual que un viejo acordeón que no pudiera replegarse; como si una pampa viniera a ser mi alma. A ratos me encuentro repitiéndome “se murió Ernesto”. Tu muerte necesita más lugar, día a día. 
Los últimos años que fueron tan duros de vivir con vos se han diluido. Te me aparecés como el hombre que conocí a los 19 años cuando aún vivía en la casa de mis padres. Una amiga me había dicho que vendría de visita con alguien. Abro la puerta, ese hombre eras vos. 
Tu cercanía vino mucho después, unos 20 años después. Y fue entonces que comencé a compartir tu desasosiego creador, tu angustia, tus sentimientos de culpa que abarcaban al mundo y a tu cotidianidad. También tu inagotable apasionada vitalidad. Doy fe de tu sensibilidad ante el sufrimiento humano, de tu irrenunciable preocupación por el estado del mundo. Tu horror ante la desacralización de la vida. Tu piedad ante quienes han fracasado o han soportado la vida en soledad. Tu inmenso coraje para disentir.
***

El segundo regalo, fue el retrato que abría la revista. Ambos, carta y dibujo, han sido un regalo quieren ser un leve homenaje a lo que Sábato y su obra representan como hombre para este Náufrago.

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