De 'mirones' y otras hierbas

SALVADORES

Hoy el Náufrago, se ha acercado a la playa más cercana por si se animaba a darse el segundo chapuzón de la temporada. Pero ni había playa, ni el fino aire del este invitaba a zambullirse en las frías aguas del norte, ni la aglomeración de vehículos que se le habían adelantado le animaron. La playa que no es playa todavía, se debe al buen mordisco que el mar le ha dado a la bahía y la Dirección de Costas, no se sabe, si por falta de perras o por otros planes, no se lo había tomado aún en serio.

A falta de playa siempre hay en la bahía alguna curiosidad que atraiga la atención de un Náufrago. Un pequeño grupo de curiosos al borde del muelle le indicó que algo especial acontecía. Encontró una plaza que un amable conductor le cedió y se incorporó al circo de mirones que seguían las maniobras de un grupo de ‘salvadores’ marítimos embutidos en sendos equipos anaranjados y sus correspondientes salvavidas. Siempre lo ‘nuevo’ atrae y cuando uno no forma parte de la maniobra se integra fácilmente al equipo de observadores, por no decir ‘mirones’. El fenómeno es bastante frecuente en nuestra vida: pocos son los que curran y muchos los mirones; unos pocos los que dan el callo y otros tantos que indican cómo debe hacerse; muchos los que critican y menos los que deben de tomar las decisiones… Eso forma parte del sistema y nuestro pueblo. No es extraño pues que sean tantos los ‘indignados’, aunque no venga mucho al caso.

Sea como sea, el Náufrago echó mano de su cámara, que suele llevar cuando sale a estos menesteres y trató de captar alguna de las acciones ‘salvadoras’ que le resultaban algo nuevas para él, tan terráqueo… Así lo hizo y una vez llegado a casa, seleccionó, ordenó, dio forma, borró, recortó y dejó fe de lo que había ‘mirado’. No faltó la queja de Douce al saber que no había sido invitada: “para ese viaje no se necesita tanta alforja…” 

Prácticas marinas

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