Otro diálogo de don UNO y don OTRO
DE EMOCIONES
-Vaya, don OTRO, no le hacía yo a usted todavía por aquí.
- Pues ya ve, entrañable don UNO, ¿Me deja que le llame entrañable?
- Le dejo, pero si le digo la verdad, me da un no sé qué, a veces siento reparo en recibir adjetivos como ése, aunque me gusten, claro.
- ¿Quiere eso decir que le da un poco de corte lo que suene a halago, porque no sabe responder adecuadamente? ¿Tanto le cuesta expresar sus emociones?
- Ahora que lo dice, creo que debe de haber algo de eso.
- ¿Interpreto bien si le digo que aún siendo sensible, como parece, no sabe expresar espontáneamente sus emociones , tanto tristes como alegres, pero en particular las alegres?
- Creo que no debe estar muy desencaminado en sus apreciaciones. Lo que pasa es que como uno ha vivido toda la vida con uno mismo, no es del todo consciente de algunas cosas. Por ejemplo eso, quizá porque están tan acostumbrado a contenerlas, reprimirlas, tienen que decírselo desde fuera.
- Pues sí don UNO, esas cosas pasan . Si hay otros, no sólo yo, que le dicen cómo ellos expresan todas sus emociones cuando están apenados, cuándo están alegres, cuándo necesitan expresar su cariño, cómo saben decir ‘no’ sin dejar que el vaso se llene y se desborde, si expresan con libertad sus deseos más íntimos, incluidos lo sexuales, en un fluir normal, entonces podemos pensar que lo que nosotros hacemos al reprimirlos o tratar de controlarlos es un poso que va quedando dentro y puede hacernos daño.
- Vaya, le encuentro a usted muy versado en emociones, (ligera y contenida sonrisa). ¿Ha tenido usted eso que ahora llaman una ‘educación emocional’, ‘inteligencia emocional’?... porque ahora todo es emocionalmente emocional.
- No sabría decírselo , pero digamos que no he sufrido esa educación conductual, severa y perfeccionista que parece ser que usted ha recibido. Me da la impresión que le inculcaron de tal modo la noción de orden, educación a la antigua, o sea una educación hipócrita, de lo socialmente correcto, que le han hecho olvidar que usted es un hombre, es decir un ser con sus virtudes y defectos. Sí, sobre todo con su defectos humanos que debe saber aceptar con normalidad, sin culpabilizarse tanto. ¡No me quiera ser usted don Perfecto!
- Le escucho atentamente y al mismo tiempo me escucho a mí mismo y noto cierto eco de lo que expresa. Me hace reflexionar .
- Yo, más que reflexionar , le aconsejaría que tratara de ‘vivirlo’... ¡emocionalmente!
- Le noto de nuevo pelín guasón.
- No demasiado. Lo justo tan sólo. Ya sabe que una cierta dosis de ironía y el humor son los mejores aliados para relajar y dejar brotar las emociones.
- Lo voy apuntando y celebro que no haya decidido dejar esta ciudad y se quede una temporada con nosotros. Por cierto, ahora que le siento más cercano, he de confesarle un pequeño ‘chisme’, rumor o como quiera llamarlo.
- Me está usted intrigando. Ya sabe que yo tengo mi lado cotilla y me gusta saber de chismes y cotilleos.
- Pero no es nada de esos programas que ya saben que a mí me repelen ya se llamen: “Aquí hay tomate”, “Salsa Rosa” o cómo se llamen , que no sé siquiera si siguen existiendo.
- Pero dígamelo de una vez , buen hombre. ¿No ve que me tiene en ascuas? ¿O es que le gusta despertar la curiosidad? Hale, cuente.
- Le cuento. He oído, se lo digo bajito para que esto no salga de nosotros, que hay quien ‘espía’ nuestras conversaciones...
- ¡No me diga!
- Pues así es, como se lo cuento. Pero si le digo la verdad no me importa, es más celebro que a alguien le interese lo que contamos. Tampoco es tan secreto, quien más , quien menos, cojea del mismo pié.
- Pues sí don UNO, a pesar de creer que lo que nos pasa a nosotros es único, los seres humanos compartimos muchas cosas. Y perdóneme de nuevo, hoy me vuelvo a los toros, me gusta casi tanto observar el espectáculo de los tendidos como los del ruedo. Nos vemos otro día.
- Hasta la próxima , don OTRO. ¿Me deja expresarle un sentimiento? (¿...?) Me cae usted bien, le quiero (ligero rubor en don UNO).
-Vaya, don OTRO, no le hacía yo a usted todavía por aquí.
- Pues ya ve, entrañable don UNO, ¿Me deja que le llame entrañable?
- Le dejo, pero si le digo la verdad, me da un no sé qué, a veces siento reparo en recibir adjetivos como ése, aunque me gusten, claro.
- ¿Quiere eso decir que le da un poco de corte lo que suene a halago, porque no sabe responder adecuadamente? ¿Tanto le cuesta expresar sus emociones?
- Ahora que lo dice, creo que debe de haber algo de eso.
- ¿Interpreto bien si le digo que aún siendo sensible, como parece, no sabe expresar espontáneamente sus emociones , tanto tristes como alegres, pero en particular las alegres?
- Creo que no debe estar muy desencaminado en sus apreciaciones. Lo que pasa es que como uno ha vivido toda la vida con uno mismo, no es del todo consciente de algunas cosas. Por ejemplo eso, quizá porque están tan acostumbrado a contenerlas, reprimirlas, tienen que decírselo desde fuera.
- Pues sí don UNO, esas cosas pasan . Si hay otros, no sólo yo, que le dicen cómo ellos expresan todas sus emociones cuando están apenados, cuándo están alegres, cuándo necesitan expresar su cariño, cómo saben decir ‘no’ sin dejar que el vaso se llene y se desborde, si expresan con libertad sus deseos más íntimos, incluidos lo sexuales, en un fluir normal, entonces podemos pensar que lo que nosotros hacemos al reprimirlos o tratar de controlarlos es un poso que va quedando dentro y puede hacernos daño.
- Vaya, le encuentro a usted muy versado en emociones, (ligera y contenida sonrisa). ¿Ha tenido usted eso que ahora llaman una ‘educación emocional’, ‘inteligencia emocional’?... porque ahora todo es emocionalmente emocional.
- No sabría decírselo , pero digamos que no he sufrido esa educación conductual, severa y perfeccionista que parece ser que usted ha recibido. Me da la impresión que le inculcaron de tal modo la noción de orden, educación a la antigua, o sea una educación hipócrita, de lo socialmente correcto, que le han hecho olvidar que usted es un hombre, es decir un ser con sus virtudes y defectos. Sí, sobre todo con su defectos humanos que debe saber aceptar con normalidad, sin culpabilizarse tanto. ¡No me quiera ser usted don Perfecto!
- Le escucho atentamente y al mismo tiempo me escucho a mí mismo y noto cierto eco de lo que expresa. Me hace reflexionar .
- Yo, más que reflexionar , le aconsejaría que tratara de ‘vivirlo’... ¡emocionalmente!
- Le noto de nuevo pelín guasón.
- No demasiado. Lo justo tan sólo. Ya sabe que una cierta dosis de ironía y el humor son los mejores aliados para relajar y dejar brotar las emociones.
- Lo voy apuntando y celebro que no haya decidido dejar esta ciudad y se quede una temporada con nosotros. Por cierto, ahora que le siento más cercano, he de confesarle un pequeño ‘chisme’, rumor o como quiera llamarlo.
- Me está usted intrigando. Ya sabe que yo tengo mi lado cotilla y me gusta saber de chismes y cotilleos.
- Pero no es nada de esos programas que ya saben que a mí me repelen ya se llamen: “Aquí hay tomate”, “Salsa Rosa” o cómo se llamen , que no sé siquiera si siguen existiendo.
- Pero dígamelo de una vez , buen hombre. ¿No ve que me tiene en ascuas? ¿O es que le gusta despertar la curiosidad? Hale, cuente.
- Le cuento. He oído, se lo digo bajito para que esto no salga de nosotros, que hay quien ‘espía’ nuestras conversaciones...
- ¡No me diga!
- Pues así es, como se lo cuento. Pero si le digo la verdad no me importa, es más celebro que a alguien le interese lo que contamos. Tampoco es tan secreto, quien más , quien menos, cojea del mismo pié.
- Pues sí don UNO, a pesar de creer que lo que nos pasa a nosotros es único, los seres humanos compartimos muchas cosas. Y perdóneme de nuevo, hoy me vuelvo a los toros, me gusta casi tanto observar el espectáculo de los tendidos como los del ruedo. Nos vemos otro día.
- Hasta la próxima , don OTRO. ¿Me deja expresarle un sentimiento? (¿...?) Me cae usted bien, le quiero (ligero rubor en don UNO).
Comentarios
Y ¿qué le pensarán Don Uno y Don Otro de ello?
Besos
Me preguntas por la educación recibida. No te puedo dar una norma universal, porque eso siempre es una cuestión muy familiar, que la hacen unos seres que a su vez vienen condicionados por 'sus' educaciones. Lo que sí te puedo decir es que el ambiente era muy distinto del que vivimos ahora en España.
Se trataba de una sociedad estrechamente controlada por dos grandes Poderes: el Político y el Religioso que mutuamente se retroalimentaban. El primero solicitaba al segundo que controlara a su grey con una buena dosis de Mandamientos para tratar de obtener súbditos ‘obedientes’, nada escandalosos, sumisos a las ‘Órdenes de la Autoridad’ . El segundo pedía al Poder Político que reforzara y controlara con sus Leyes y prohibiciones sus sagrados ‘Mandamientos’. De este modo el pensamiento, las costumbres, la conducta estaban sometidas a un severo y uniforme control.
Por otra parte, la pobreza propia de la época y la subvenida por la Guerra, hacían que la gente estuviera dedicada a trabajar, a salir adelante como fuera y esta necesidad de salir de la miseria, de abrir horizontes de bienestar hizo que poco a poco, con el esfuerzo y el sacrificio de todos, el país se fuera acercando a eso que llamamos ‘Progreso’.
Hablar de todo eso a los que sois más jóvenes es casi como hablar de la Prehistoria o de un territorio desconocido. “No me cuentes batallitas, tío” , es lo más suave que puedes oír. Y a lo mejor tienen razón, es difícil comprender lo que no se ha vivido.
Jo...lín ¡Qué rollazo te he soltado! ¿Ves no se puede hablar con los que se parecen a don UNO. ¡Son unos auténticos plastas!
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