Anécdotas consuetudinarias que acontecen

…EN LA RÚA, EN OFICINAS Y DEMÁS ESTAMENTOS.

- El Saludo.- El saludo es una forma cortés de intentar establecer un contacto con un semejante o semejanta. Decimos ‘intentar’ porque cada vez es más frecuente que te quedes con el silencio como correspondencia al ‘Hola’ o el "buenos días’. Entonces, si la experiencia ya no te ha curtido y te queda algún gramito de sensibilidad, además de sentirlo como un pequeño desprecio, se convierta en una invitación a engrosar la cofradía de los "mohínos, no saludantes’. Sería una pena, porque al saludo, que se sepa, no le ha llegado la inflación y es una forma de no ir como meros isótopos por la tabla periódica de la vida.

- Ternuras y sustos de abuelo.
- Puede darse, cada día es más frecuente, dado el índice de ERE(S) y jubilaciones, encontrar a señores de los sesenta o algunos años más o menos, empujar el la silla o el cochecito de un bebé, mientras la nuera o la hija tratan de afanarse para llevar la cuota correspondiente en el salario familiarpara satisfacer la hipoteca . Entonces el abuelo trata con más buena intención que acierto, de sacar de paseo al bebé, colocarle el patuco que a fuerza de mover las piernas se lo ha sacado de sitio.

En esa circunstancia, el neófito abuelo se detiene un momento justo en el borde de la salida de la rampa de un garaje. Terminada la faena, se endereza y cuando va a proseguir la marcha, sale del garaje un coche a toda mecha sin mirar , sin detenerse y casi se lleva al cochecito, al bebé con el calcetín ya puesto y por poco al abuelo que acaba de terminar su hazaña. Su reacción es primero de susto y sorpresa, luego de rabia contenida que no ha tenido aún tiempo de elaborar conscientemente, dado la rapidez del suceso. Y la conductora del coche como si nada hubiera ocurrido. Sin un gesto de disculpa, sin una mirada, directa a lo suyo… Y el abuelo, estupefacto, y el bebé completamente ajeno a su riesgo.

- Sonría que algo queda.-
Y va la tercera anécdota de la mañana. Son aproximadamente las 11’30. La hora oficinesca del bocata. La experiencia te dice que en ese establecimiento funcionarial no se lleva demasiado eso de la amabilidad en el servicio. Dispones de dos formas de abordar a las antipáticas funcionarias, - lo siento, pero son de ese género, me refiero a lo del sexo, o al estatus-. Previamente puedes optar por la opción A. Entrar mostrar los papeles, decir las palabras imprescindibles, si es posible pedir el repuesto de talonario sin una palabra, sin un gesto amable, serio, pero correcto, dados los antecedentes de la casa. Salvo error o alguna omisión, puedes recibir la ‘puntualización’ consiguiente y en el peor de los casos el "le falta este papelito". Y con el cabreo consiguiente, a la calle.

Opción B. Prevenido, sacas del bolso de la corrección y simpatía una sonrisa de la que llevas de repuesto. Te acercas al mostrador, sonríes, saludas y expresas con la cuota de educación que te queda: - “¿Podría darme un talonario porque se me ha terminado del que disponía? Aquí tiene el resguardo del anterior"… ¡Oh maravilla, la señorita te sonríe, busca el nuevo talonario, arranca una hojita de resguardo , lo coloca en una carpeta , escribe de su puño y letra el número correspondiente del talonario en la página primera y en el resguardo, y con otra sonrisa te lo entrega…!

-" Aquí tiene"
- "Muchas gracias"

Sales saboreando la sonrisa. Para más suerte hasta el ascensor está en la planta 6ª esperando y sales a la calle diciendo: "¿Es posible que sea lunes, que sólo haya tardado tres minutos en hacer esta gestión, y tenga el resto de la mañana para saborear lo bello que es convivir en este paraíso humano?"