Por un lenguaje neutro

Así aparecía hoy , en grandes cíceros, el titular que ocupaba toda la página 6 del Diario Montañés, de este lunes día 9 de enero. Enseguida atrajo mi atención, porque me interesa bastante todo lo que se refiere al lenguaje y a la lengua. Sí, todo. Seguí leyendo la entradilla del artículo y , como me temía, se confirmaban mis sospechas. El Gobierno Regional, preocupadísimo por evitar el sexismo en el lenguaje administrativo, ha empleado 10.000 euros de las arcas regionales en editar una publicación de 50 páginas, 5.000 ejemplares, que sirva de guía (?) a los 17.487 empleados (¿y empleadas?) de la región.

Ni que decir tiene que la noticia tocó una de mis venas sensibles: la “imposición” del poder , por corrección política, antojo, esnobismo, por no hacer alusión a otros “ismos”, del jodido lenguaje políticamente correcto y la manga ancha para otros desafueros.

Se habrán percatado, que las ilustradas mentes que han parido este engendro, aparte de haberse gastado nuestros dineros y haber hurtado parte de su tiempo a la solución de problemas más urgentes, han avanzado un paso más en el lenguaje “no sexista” y administrativamente correcto. Ya no se habla de vascos y vascas, diputados y diputadas, jueces y juezas... Para mayor igualdad, nos han declarado a todos, neutros y epicenos.

Ya no se podrá decir. “UNOS dos mil asistentes” , sino “ APROXIMADAMENTE dos mil asistentes” . No será administrativamente correcto escribir: “Los TRABAJADORES laborales”, más bien .”El PERSONAL laboral”. No a: “TODOS los vocales”, sino :”La TOTALIDAD de los vocales. Tampoco: “UNO de cada cuatro CIUDADANOS”, se deberá decir: “ UNA PERSONA de cada cuatro ciudadanos” (¿y por qué no ya de la CIUDADANÍA?

Ya estamos neutralizados, globalizados, asexuados, unificados , igualados , por real decreto.

Vamos a sosegarnos un poco ante tanta estupidez y estulticia, y aclaremos algunos conceptos. Da la impresión que la periodista que desarrolla la noticia apoya las brillantes ideas de la Vicepresidenta Regional, que afirma que la práctica actual hace a la mujer “invisible a la sociedad” (sic) y recibe el refrendo de la Directora Regional de la Mujer, que se lamenta de que el lenguaje que usamos a diario “ está establecido desde hace siglos y no reconoce las nuevas realidades”. No me considero machista, y tampoco tendría por qué aclararlo, me enorgullezco de mi lado femenino y procuro cultivarlo. Siento un gran respeto por la mujer , y más que respeto, afecto, por lo que significa el mundo de lo femenino en el equilibrio del ser humano, en general. Pero eso no quiere decir que todas las mujeres sean extraordinarias, como todos los hombres no son unos machistas. Me caen gordas, pero que muy gordas, esas mujeres que se pasan todo el día quejándose de que no se las valora - las personas deben empezar por valorarse a sí mismas-, que se las discrimina o se les hace “invisibles”. No me gustan las eternas plañidoras feministas que pretenden suplantar unos excesos por otros de parecido signo. Hay mujeres muy valiosas, normales y auténticos petardos, como hay hombres normales, muy valiosos y otros, auténticos animales, con perdón de estos últimos.

No parece coherente , Sra. Dolores Gorostiaga, que para hacer “visibles” a las mujeres haya de borrarnos a todos , hacernos invisibles y reducirnos a “REPRESENTACIÓN”, “PERSONAL”, “TOTALIDAD” ... y “ RESTO DE” (Cree usted que así se “ve” mejor a las mujeres?). La señora Isabel Méndez para defender su proyecto afirma que el lenguaje es “vivo y flexible”, por supuesto. Para apoyar su aserto hace alusión al mundo del fútbol y dice: “Acaso no se incorporan “goal average”, o “corner”? “¡ Claro, y “orsa”, “penalti” y “furbo”! Quizás haya olvidado, o no lo recuerda en este momento, que el lenguaje por ser algo vivo, nace, crece, vive y a veces enferma o se muere un poquito, y UNA MINORÍA SELECTA, pretende curarlo o asfixiarlo. La misma RAE no “impone” la lengua , sino que va tratando de integrar aquellos términos que los hablantes, no los políticos, van adoptando como propios.

Las lenguas no se imponen por reales decretos, ni siquiera con folletos-guía. El castellano, el gallego, el catalán, el aragonés, el provenzal, el italiano, el retoromance friulano o engadino, el sardo , el rumano o el occitano, no lo impusieron los emperadores romanos, fueron surgiendo a lo largo de siglos , y no precisamente oyendo a Cicerón, Ovidio o Salustio, sino de boca de soldados, mercaderes, prostitutas, o sea gentes “vulgares” (sermo vulgaris). Las lenguas no se han hecho desde “arriba”. Se supone que la Señora Directora General de la mujer, se ocupa también, seguro, de asuntos que de verdad preocupan a las amas de casa y a las que trabajan fuera, del desempleo, de las guarderías, de evitar lo más posible las desigualdades laborales, pero no acierto a ver claramente , le ruego que me lo explique, cómo el nuevo lenguaje administrativo va a fomentar “la igualdad de género (¿masculino, femenino o neutro?), algo que prevendrá los casos de violencia doméstica”? O sea que si digo, “ quienes tengan COMPROMISO, y “QUIENES hayan obtenido más votos”, se acabarán las palizas, los malostratos, las puñaladas y los atropellamientos...? ¡ La fuerza del lenguaje! ¡las tonterías de los políticos! ( ¿O debe decirse LA TOTALIDAD de los políticos?)

Una última curiosidad. ¿Cuánto tiempo han hurtado a otros menesteres, los lingüistas, o para mayor exactitud, LA TOTALIDAD de los lingüistas, en tratar de inventar esas retorcidas formas capaces de “neutralizar” el viejo lenguaje administrativo? ¿Cuántas necesitará la GENERALIDAD del PERSONAL LABORAL para aprender el nuevo decálogo “lenguadministrativo”? ¿Cuánto se empobrecerá UNA GRAN PARTE la variedad léxica, sintáctica y creativa para poder ponerse el nuevo corsé administrativo? ¿ Nos vamos a pasar la vida entera teniendo ocupado al PERSONAL , en tareas absurdas?

¡Déjennos en paz, SEÑORIAS! Dejen de encorsetar la lengua y dedíquense a las tareas para las que de verdad fueron elegidos.

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Léase artículo:
http://www.eldiariomontanes.es/pg060109/prensa/noticias/Cantabria/200601/09/DMO-CAN-004.html
Foto: Diario Montañes 9/enero/2006