Hablando de descubrimientos

DOUCE Y EL ARTE

By DOUCE

Pues verán, como hoy el Náufrago me ha dado libertad perruna voy a seguir defendiendo a mis congéneres. Estos días mi papá ha andando por la prehistoria que es de donde más cercano se siente. Primero se dio un paseo virtual por la Dordogne francesa interesándose por la gruta de Lascaux en el Perigord francés y después recordó sus visitas a las Cuevas de Altamira. Ya que en mi intervención anterior defendía a mi especie perruna voy a decir la verdad de estos hallazgos que se atribuyen los humanos. Ni un día de verano de 1879 el paleontólogo Marcelino Sanz de Sautuola  ni siquiera su hija María la de "¡Mira, papá. Bueyes pintados!" fueron los primeros en entrar en la cueva de Altamira. Habría que reservar el descubrimiento al perro de un cazador que se había metido por entre las grietas de unas rocas persiguiendo a una pieza, algunos años antes, 1868, que aquel verano del 79. Algo parecido ocurrió en la gruta francesa. Cuatro jóvenes se encontraban en un bosque cerca de Montignac, en Dordoña. De pronto su perro se escapó y se ocultó tras una piedra. Uno de ellos lo fue a buscar y al hacerlo notó la existencia de la caverna. No es por quitar importancia a los humanos pero demos a mis amigos lo que es de mis amigos.

Una vez aclarado esto dejo, al Náufrago y a los demás humanos que reconozcan y admiren la labor y el arte de sus antepasados de siglos que dejaron esas ‘Capillas Sextinas’ y ‘La salle de taureaux’ que ahora admiran. Así lo ha hecho el Náufrago estos días y se ha convencido de que aquellos artistas, que pintaban con los dedos, para los que las rocas y sus bultos servían de lienzo, que fabricaban sus ‘óleos’ indelebles que duraron miles y miles de años sin perder su fuerza y su color, hasta que otros humanos, que se las daban de sabios los desdibujaron con sus aglomeraciones. Viendo aquellas paredes llenas de uros, bisontes, ciervos, caballos, hombres peleando con bisontes, signos enigmáticos, diríamos que nada tienen que envidiar al sentido de aquellas figuras que trascendían la simple vida cotidiana.