Carnavales y chirigotas

 MÁSCARAS Y VERDADES

'Somos ricas y maduras,
míranos, na má que hay que vernos,
sí señor, somos las frutas...
estamos pa comernos"

Ricas y maduras: El Canijo

Al Náufrago le gusta el Carnaval, el sentido del Carnaval, no todos los carnavales. Le gusta el Carnaval por lo que significa de trasgresión, de quebrantar las normas y prohibiciones establecidas. La máscara, el disfraz cubren una doble función: esconden algo de lo que somos y ocultamos, al tiempo que deja paso a quién queremos ser. Supone dejar libre todas aquellas sensaciones que hemos reprimido obedeciendo leyes, represiones y mandatos. Hasta la santa madre iglesia, tan represora ella, recogiendo costumbres antiguas entendió que habría que dejar una pizca de libertad a esa peligrosa carne: ‘carne_vale’ es el preludio de cuarenta días de abstención y ayuno de las libertinas carnes que deben ser ‘tolendas’ durante todo ese período.

Entre las manifestaciones carnavalescas nacionales, el Náufrago siente una especial simpatía por el Carnaval gaditano, por la gracia de sus chirigotas, su humor, su desparpajo, lo acertado de sus críticas. Una gracia y una chispa propias de un viejo pueblo que supo revelarse. Hoy, viendo la actuación de la chirigota “Ricas y Maduras”, ganadora del concurso, uno asiste a un juego de palabras, a dardos envenenados, a consejos, a un retrato de lo que ha ocurrido durante el año, a la crítica de los errores del poder en sus ‘cuplés’:

"Zapatero ha comentado que la economía controla. Trola, trola.

Yo creo que se merece que entre todos lo aclamemos. Memo, memo.

Tiene tal imagen como líder europeo. Peo, peo.

Que todos los países de Europa quisieran darle un rescate. Cate, cate"

También hacen alusión a las ‘abstenciones reales:

"El Rey está preocupado por asuntos muy distintos. Tintos, tintos.

Se preocupa porque a España la crisis no la derribe. Rives, Rives.

Está hasta la coronilla de temas protocolarios. Larios, larios.
(...) En su discurso estaba todo colorado y habló con gran sosiego. Siego, siego"

Todo está permitido, si se sabe hacer con gracia, sin ‘acritú’