Reflejos

A TRAVÉS DEL CRISTAL
By DOUCE

Todos los días mi papá me sorprende. Diría que no es hombre de rutina y necesita constantemente cambios. Siempre tiene que buscar algo nuevo, como si necesitara continuamente renovarse. Yo le dejo, con tal de que cumpla con mis 'rutinas', de tres o cuatro paseos diarios. Algunas veces más. Lo que pasa es que son paseos de chichinabo. Una faena de aliño, como quien dice. Hace algún tiempo que no me obsequia con un paseo ‘comme il faut’, o sea, uno de una hora por el bosque o de media hora por la playa. Esto que hacemos ahora, con el pretexto de que si llueve, que si está muy ocupado, son más bien paseíllos. Unas vueltas por los alrededores o por el jardín, el tiempo justo para que yo olisquee, haga algunas cositas, salude a mis amigos… y para casa. Menos mal que yo sé hacerme la remolona, volver dando rodeos y haciendo alguna parada que otra, perderme entre las ruedas de los coches que aparcan delante de casa y trampillas de ésas.

A propósito de coches e hilando con lo de sus ‘cambios’ y novedades. Esta mañana en nuestra primera salida le dio por mirar a los cristales de los coches donde se reflejaban las casas de alrededor. Ni corto ni perezoso fue a por su cámara y a hacer ‘visiones raras’ con los reflejos de las lunas o la carrocería de los coches. Y digo yo, ¿no es más normal ver y admirar las cosas como las colocaron los hombres o la misma madre Naturaleza? Pues no señor, al hombre de los cambios y las novedades, no sólo se contentó lo que vio cerca de casa, sino que en su salida matutina me volvió con más ‘visiones’ que él considera originales. No volvió del todo satisfecho, porque está aún un poco verde en eso de las fotos, aunque ponga empeño.

En fin, son cosas de las convivencias, no siempre lo que le gusta al uno, le gusta a la otra. La otra, en este caso, soy yo, servidora, que mira siempre de frente y sin ‘espejos’ de por medio. Todo sea por el ‘buen llevar’ y el mejor convivir.


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