Filosofando con Marco Aurelio

Aunque nadie puede vivir nuestra vida por nosotros y los pensamientos que alguien extrajo de su experiencia vital de nada nos sirven, si no hemos logrado crear nuestra propia ‘filosofía vital’, a veces no está mal repasar la vida de aquellos que hicieron de la suya un punto de referencia. Es cierto que no se aprende a montar en bicicleta viendo correr a algunos de esos ‘ases del pedal’ y de otras cosas. Todavía no he aprendido a tocar el violín oyendo a mi hija, así que hace tiempo que me dije que tendría que pedalear solito y renunciar a tocar el violín.Pero, dicha esta obviedad tan obvia que sería perfectamente prescindible recordarla, he de confesar que, de vez en cuando, creo que filosofo oyendo filosofar o me declaro ‘vividor’ observando cómo viven o vivieron otros.

Así, tomándole prestados algunos aquellos pensamientos que Marco Elio Aurelio Verus escribió “Para si mismo”, me he permitido anotar alguno. Teniendo en cuenta uno de ellos: - “Al despuntar la aurora, hazte estas consideraciones previas: me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso, un insociable”, procuro andar precavido, para saber tratar al ‘indiscreto’ que va hacerme la pregunta inoportuna, del ‘insociable’ que da voces como si estuviera solo en su casa cuando está en un centro de rehabilitación, al ‘mentiroso’ que me dijo hace tiempo que no habría problema para renovar un contrato y olvidarme ya del ‘ingrato’ que me escuchó mientras le interesaba…

No en vano, a su muerte el Senado reconoció los méritos del “de todos los príncipes que se arrogaron la cualidad de filósofos, sólo él la mereció”, y dejó constancia de ello:

  • Post eum MARCUS ANTONINUS solus rempublicam tenuit, vir, quem mirari facilius quis, quam laudare possit. A principio vitae tranquillissimus, adeo ut in infantia quoque vultum nec ex gaudio, nec ex maerore mutaret.”
  • “Después de él, la república fue gobernada por el únio MARCO ANTONIO, príncipe más fácil de admirar que alabar dignamente. Desde sus primeros años tenía una tal ecuanimidad de ánimo, que ni la alegría ni la tristeza eran capaces de cambiarlo”.

Por todo ello, no estará demás que recordemos algunas de las estoicas ‘recetas’ que guiaron su vida, que no fue del todo fácil:

  • Créeme, no es de sabios decir: “Viviré”. Mañana es ya demasiado tarde: vive ya.

  • Dondequiera que se pueda vivir, se puede vivir bien.

  • El mejor modo de vengar la injuria es no parecerse al que la infirió.

  • El verdadero dolor es el que se sufre sin testigos.

  • El verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele.

  • Piensa cuanto más dolorosas son las consecuencias de tu ira que las acciones que las han originado.

  • Encontraras felicidad si no buscas fuera de ti lo que tienes dentro.

  • Aunque si fueras a vivir tres mil años, o treinta mil años, recuerda que nadie pierde ninguna otra vida excepto la que esta viviendo. La vida más larga y la vida mas corta te lleva exactamente a un mismo final.

  • Nuestro espíritu tiene el poder de adaptarse a sí mismo a cualquier cosa que pueda pasar. Por que requiere nada, y siempre va hacia un propósito más alto.

  • Es imposible de ver la hermosura en todo – en el higo, en las hojas del maíz dobladas hacia abajo, en la melena del león, en la espuma que sale de la boca del verraco. Estas cosas pueden que no sean hermosas en sí, pero si las percibimos como parte de un todo más grande, empezaremos a verlos con fascinación y admiración

  • Recuerda cuántos momentos se te han dado, y cuántos se han ido. El tiempo es valioso – debería ser usado en el propósito más grande. Cada momento es una oportunidad para aclarar la mente, y buscar un estado de tranquilidad.

  • ¿Rompen tu paz las actividades? Si es así, proporciónate algún tiempo de tranquilidad para volver a tu senda. Si es necesario, cambia direcciones o adopta una nueva actividad.

  • Un instante más y habrás olvidado todo; otro, y todos te habrán olvidado.

  • Una excelente manera de defenderte de los demás es procurar no parecerte a ellos.

  • Pues hemos nacido para colaborar, al igual que los pies, las manos, los párpados, las hileras de dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues, como adversarios los unos de los otros es contrario a la naturaleza. Y es actuar como adversario el hecho de manifestar indignación y repulsa.

  • No consideres las cosas tal como las juzga el hombre insolente o como quiere que las juzgues; antes bien, examínalas tal como son en realidad.

  • No te dejes zarandear; por el contrario, en todo impulso, corresponde con lo justo, y toda fantasía, conserva la facultad de comprender.

  • Todo es efímero: el recuerdo y el objeto recordado

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