El Instituto

Pues sí, aunque no lo crean: me encanta el Instituto. Me refiero al instituto en que yo trabajo... o algo parecido. Cada año, ¡qué digo cada año!, cada día, cada minuto que pasa me gusta más. LLegas por ejemplo , el lunes, deprimido, porque se ha terminado el fin de semana, o como dicen los cursis, el "finde". (Bueno yo a veces cuando me las doy de moderno, también lo digo).Pues eso, que llegas como sin ganas y enseguida te animas en cuanto atraviesas los pasillos, sobre todo los que dan a las clases de los más jovencitos. Hay que ver qué risas, qué gritos, qué carreras, qué algarabía. Vamos, que te entran ganas de volver a tener 11 ó 12 años para poderte dedicar a empujar, correr, tirar del pelo a las chicas... Te viene a la memoria la manera que tenías tú de entrar en clase: en filas de a dos, rectas, con cada hermano marista al frente de los suyos. Un pitido... "preparados", segundo pitido, "¡listos!", es decir callados como muertos, las filas bien rectas y curso a curso, por orden , cada mochuelo a su olivo (clases). Preces y plegarias y "¡sentaos!". No se movía ni uno, sino quería ser fulminado por la mirada exterminadora del fraile. Ahora, antes de que llegue el profe y consiga que poco a poco a poco vayan apaciguándose los ánimos, si es que se apaciaguan, transcurren diez minutos, bien corridos.

Otra cosa, los lunes, sobre todo en invierno, llegar al Insti es una invitación al deporte, al ejercicio físico. Como la calefacción no ha funcionado durante todo el "finde", y acaban de encenderla, si es que la encienden, sientes unas ganas irresistibles de echarte a correr por los pasillos, ahora que están vacíos, para entrar en calor y mantenerte en forma. No me digan que no es de agradecer esta invitación al ejercicio físico a ciertas edades. No necesitas apuntarte a ningún gimnasio para mantenerte en forma o bajar la tripa. Además lo gimnasios cuestan una pasta y tienes que soportar el olor de los sobacos de los que se castigan corriendo sin moverse del sitio o haciendo abdominales o lo que sea.

Y hablando de olores.Me encanta que ya desde el "jol" huela a la tortilla de los bocadillos de Juan, el del bar.Ese olor será uno de los recuerdos que más tardaré en borrar cuando deje el instituto. Ya sé que tengo compañeros que no les gusta la "cantina", pero a mi me mola mucho, sobre todo cuando puedo pegarme un buen desayuno. Además de la tostada, con mermelada y mantequilla, tengo derecho a la lectura gratuita del Marca, del Diario Montañés o de Gala para ponerme al corriente de las facetas más importantes de la vida: el deporte, la política y el amor. Si coincido en la hora del recreo puedo disfrutar del espectáculo de ver a mis compañeras y compañeros animadísimos, relajados, después de las dos o las cuatro horas de tensión educativa. Y se colocan espontáneamente cada uno en su sitio: las chicas con las chicas, los chicos con los chicos, hablando cada uno de sus asuntos:de la interina, de los maridos, de los niños, ellas. Y ellos, del Barça , del Racing, del Madrid , de Rajoy o ZP. ¡Qué lejos suenan los Bravos de los años jóvenes: "Los chicos con las chicas deben estar/las chicas con los chicos deben vivir.." El bar de Juan se convierte el salón terapéutico por antonomasia: es el lugar ideal para el relajo y la distensión después de las horas de clase, más tenso que esos sargentos que salen en las pelis americanas, todo el día dando gritos: "Silencio", "¡usted, Iván, a su sitio!", "me tenéis desesperada, no sé si tirarme al metro o al taquillero!"... En la "cantina!, el nivel de los decibelios sube y sube y es la mejor manera de hablar sin que nadie se entere de lo que dice el vecino. Total si de lo que se trata es soltar adrenalina, así que mejor que no se entere.

Nunca agradeceremos suficientemente a nuestro bien amado Ministerio que nos permita dos recreos en la misma mañana. Porque , vamos a ver, ¿qué funcionario que se precie de tal puede disfrutar de dos "pausas" para tomarse el bocadillo o el café? A ver, que me digan. Yo les veo a los demás correr a hacer cola para coger el primer ascensor que suba o baje a la 6ª planta, para salir pitando a la cafetería más próxima. Después de tener el culo planchado de estar sentado durante horas delante del ordenador o de pie,delante de un mostrador. Porque ya no hay ventanillas. ¿Y qué es un funcionario sin ventanilla? Nada, o muy poco. La ventanilla te dotaba de una especie de aura que te hacía sentir superior, marcaba la distancia que debe haber entre un funcionario que está al corriente de todos los papeles que hay que presentar, que se sabe los plazos de todo, que observa fijamente ese bello "público", indocumentado, y que encima viene con exigencias y con prisa. "Pues oiga, lo siento, no puedo hacer nada, si quiere usted el certificado, vuelva usted el viernes". Nosotros no necesitamos ventanillas ni mostradores, podemos trabajar sentados o peritatéticamente, como nos plazca. Podemos ir a clase con bata o sin ella, si lo encontramos más democrático. Oigan y ¿qué me dicen del placer y el ahorro que supone no tener que comprar más que una chaqueta en treinta años, sólo cuando se te casa un hijo o alguna sobrina? Ése es un ahorro que tenemos que agradecer al Ministerio. Ni una chaqueta, ni un traje, ni una corbata . Y para ellas un quebradero menos de cabeza. "Es que no sé qué ponerme..." No hay problema, puedes llevar el mismo uniforme todos los días.

Si lo miramos bien todo son ventajas. Es libertad y es variedad también. Porque no en todos los centros de trabajo hay tanta variedad de especialistas. No es como en un banco que todos hablan de lo mismo:números, dinero, o los de Hacienda que no saben más que de impuestos y de euros. Y no te digo de las que se pasan todo el día colocando anchoas en una latas pequeñísimas. Incluso esos que dicen que trabajan en sitios creativos y no hacen más que reescribir lo que le soplan al oído:"tantos muertos en accidente este fin de semana; que si lluvias en el Cantábrico y sol en el sur de la Península... continúa la sequía; tantos muertos en Irak, el embarazo de doña Leticia..." Aquí lo mismo oyes hablar de Platón, que te enseñan el aoristo ( griego: tema sin indicación de tiempo )o el futuro imperfecto.Te recuerdan, por si te ha olvidado, el número pi: "El número pi es la constante que relaciona el perímetro de una circunferencia con la amplitud de su diámetro Π = L/D, te hablan con igual desparpajo de Mozart de Beethoven, del ácido ribonucleico A.R.N., de la guerra del catorce o si te descuidas te ponen a dar vueltas al patio para que hagas ejercicio.Es la grandísima ventaja que tiene trabajar en estos sitios: puedes repetir curso tras curso, sin que se te acaben las convocatorias. Porque , díganme ustedes: ¿Qué ciudadano de este país tiene la posibilidad de hacer el bachillerato durante 15, 20, 30 ó más años? Así que, o eres muy torpe o al cabo de tanto tiempo acabas sabiendo algo. Vamos que sales completamente preparado no sólo para la vida, sino también para la muerte.

Piénsenselo bien, aún están a tiempo. Háganse profesores, es un chollo, se lo digo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Pues es posible que sea un chollo. Especialmente, porque hay muuuuchas vacaciones.
Pero lo siento, no me voy a hacer profe de instituto a mi edad.¡Que vaya usted a saber a qué Instituto me enviaban!
Fuera de coñas marineras, me ha gustado este pseudo club de la comedia. Para ser el primero está muy bien. Sigue, sigue, que te seguimossss :)

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