Los caprichos del Náufrago

Carro de combate
A menudo, cuando finjo dormir en mi rincón preferido , entreabro mis ojos y miro al Náufrago sin que él se dé cuenta. Le veo teclear o leer y no sé si llamarlo ‘trabajar’ o simple distracción. De vez cuando dejo mi rincón y echo una ojeada a lo que hace. Normalmente veo que lo despacha pronto. A veces me pide consejos si debe ponerlo en la isla y otras pasa de mí olímpicamente.

Estos días de tantos acontecimientos ha estado atento a lo que acontecía porque le parecía interesante, según él, desde distintos ángulos. Lo de los ‘ángulos’ lo dice él porque no sé exactamente a qué se refiere con eso de las 'angulaciones', yo siempre vivo sin ángulos, voy todo recto.

Lo que sí he notado estos días es que cuando dejaba de lado los ‘consuetudos eventos’, se peleaba con unas fotos que había sacado en su viaje por tierras charras y trataba de encontrar los textos correspondientes. Me había contado que en su estancia allí había visitado algunas exposiciones como normalmente hace cuando se deja caer por esos pagos. Si se lo permiten saca algunas fotos y luego, despacio, completa la visita cuando llega a casa.

Alas batientes - Paracaidista

En este caso, por lo que he creído entender se trataba de una exposición con unos cuantos ‘artefactos’ de un tal Leonardo que más que un hombre parecía millares en uno solo. No sé si no me cuenta una bola diciendo que él solito era a la vez: arquitecto, pintor, escultor, medio médico, botánico, ingeniero, inventor, amante de la música...y no sé cuántas cosas más, porque yo en esa lista me pierdo. Él caso es que él veía las fotos de los ‘inventos’ y luego tenía qué saber qué demonio de cacharros eran Tenía que saber si eran ‘automóviles’, grúas, barcos, catapultas, ‘alas delta’, paracaídas… y no sé cuántas más.

Total, que cuando terminó, por fin, respiró tranquilo. ¡Él, el ‘impaciente’! Y es que esto de ser becaria de un Náufrago, no saben lo que supone. Y no me quejo.


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